—¡Shery! Escucho decir suavemente con un leve toque en la puerta. Esa voz.

—¿Ethan?

—Si soy yo. Todo está bien, puedes abrir.

Aun con temor decidió abrir, era él, no había peligro afuera. Cuando la pesada puerta se medió abrió ella noto que faltaba poco para que amaneciera, y ya había dejado de nevar pero todo estaba cubierto por copos de nieve.

Hacia un frío exagerado, penetrara en sus huesos, al contrario de Ethan casi no llevaba ropa de invierno, y se le veía normal como si el frío no le afectara para nada. Eso sí era raro, y allí estaba de nuevo ese curioso olor a perro. Siempre lo olía cuando él estaba cerca ¿tendría un perro?

—Ven acompáñame. Le dijo tendiéndole la mano.

—No, estás loco, allí afuera hay lobos.

—Descuida están muy lejos.

—¿Cómo puedes saber eso?

—Solo lo sé. Ven vamos.

—Pero ¿y mi hermana?

—Estará bien, con la puerta cerrada estará bien. Solo será unos minutos.

Ella acepto, tomo una cobija extra del suelo y salió al exterior frío y cubierto por la nieve. Al caminar en esta se podía hundir unos centímetros, paso toda la noche nevando. Ethan la tenía tomada de la mano, mientras la conducía a quien sabe a dónde.

Pero no le importaba ya que se sentía tan bien con él a su lado, bueno si lo confesaba le gustaba ese chico, pero solo un gusto físico y más nada tampoco es que fuese ciega.

—¿Dónde me llevas?

—Al arrollo donde podamos hablar.

—Debe estar congelado.

—Si lo está. Pero hay algunas rocas grandes donde podemos sentarnos.

—¿De qué quieres hablar?

—¿Por qué salieron anoche?

—¿Cómo sabes eso?

—Por lo que me dijiste, sobre los lobos.

Mintió el joven, antes de llegar a la cabaña ya había olido a los lobos. Y también había olfateado que Shery había dejado su esencia en toda la puerta. Pero eso era algo que no podía decirle por los momentos.copy right hot novel pub