Megan lo fulmino con la mirada, estaba molesta, pero también se podía apreciar algo mas ¿Qué era? ¿Amor? ¿Deseo? Estaba segura que ese brillo que tenía en la mirada no era de enojo, más bien estaba feliz porque JB pasara más tiempo en esa casa.
—Bien ya todo está listo, a comer. Dijo Ethan colocando varios platos con comida sobre la mesa.
—Cocinas muy bien. Le dijo Shery con una sonrisa amable.
—¡Gracias! Le guiño un ojo. Ella se puso colorada y acalorada al instante.
La chica albina escuchaba toda la historia de las humanas desde las escaleras, la verdad es que no le apetecía compartir mesa con esas dos mujeres. Se sentía asqueada de solo estar bajo mismo techo de una casa. El Alfa había aceptado a las jóvenes como si nada, sabiendo que eso le traería repercusiones a su familia. La tal Shery podría ser la pareja del hijo del Alfa, pero eso no quería decir que fuese aceptada por el consejo.
Miro hacia la puerta, lo mejor era evitar la junta con esos lobos. Mientras más alejada este de ese problema en el que ellos se habían metido, menos salpicada estará. Quizás pudiera comer algo donde tenían reunido a su pueblo. Camino sin mirar a los lados y abrió la puerta, para luego cerrarla en seco. No le importaba nadie que viviera o estuviera en esa casa, lo único que le interesaba era salir de esos territorios y regresar a los suyos.
Llego hasta un albergue donde se encontraban las mujeres y niños albinos, al verla todos corrieron a su encuentro felices por ver a su Alfa.
—Señorita que bueno verla. Le dijo una loba embarazada.
—No los abandonare en estas tierras. ¿Los han tratado bien? ¿se alimentaron?
—Si señorita, ¿y usted?
—No aún no.
—Iré a pedirle algo en seguida.
—Está bien, muchas gracias.
Se sentó a esperar a la mujer con su comida, estaba hambrienta hacia días que no se alimentaba como era debido y necesitaba todas sus fuerzas para entrenar hasta lograr convertirse en una loba. Se sentía frustrada porque siendo hija de un Alfa no lo había conseguido con sus quince años, pronto cumpliría los dieseis y no era bien visto que lograra la transformación después de esa edad. No la verían como una líder.
Su padre le dio un consejo que lo recordaba perfectamente, “no desesperes, no luches con tu lobo interno, el llegara por sí solo. Si lo presionas no te transformaras” pero como no hacerlo, no podía proteger a los suyos en esa forma débil.
Si no obtenía el cambio seria una más de la manada, de los pocos humanos nacidos de padres lobos y que nunca llegan a transformarse en uno de ellos. Suspiro.
La mujer llego con un plato estofado para ella. Olía delicioso, su estomago rugió como nunca en su vida, en algo tenía razón Marcus, su manada moría de hambre.copy right hot novel pub