Sintió los cálidos brazos de su hermanita alrededor de su cintura, ella era su único apoyo, la única a la que podría decirle familia. Pero su corazón pedía mucho más.
—Todo estará bien, recuerda que pronto nos iremos de aquí.
Ella lo creía así, pero a la vez sentía temor porque ¿y si su padre las buscaba? Las golpearía tanto que sería capaz de matarlas.
—Vamos a limpiar todo este desorden, la ducha tendrá que esperar. Le respondió al final Shery.
Las chicas se pusieron manos a la obra, aún mojadas, muertas del frío y del hambre. Pero sino lo hacían su padre se volvería un ogro y ya bastante que estaba furioso, cuando se encerraba en su habitación era para una sola cosa y no era nada saludable lo que allí hacía.
El único cuarto de la casa que estaba prohibido limpiar y entrar era el de él, debía de estar del asco pensó Shery. Al fin, después de unas dos horas de aseo, agotadas recogieron sus mochilas, cuando se disponían a subir las escaleras tocaron el timbre, ambas se miraron a la cara porque ya sabían quiénes eran.
Esperaron un momento para ver si su padre salía a recibir a sus invitados pero nada, las hermanas Loon odiaban cuando les tocaba alguna de ellas tener que abrir la puerta, ya que los tipos que solían llegar eran tremendamente asquerosos, pervertidos y muy mañosos queriéndolas tocar.
—Abran esa maldita puerta, están sordas.
—Voy yo. Descuida Eve tu sube al cuarto.
—No voy a dejarte sola.
Su hermana puso los ojos en blanco, Eve era muy testaruda. Bajo y abrió la puerta, una manada de hombres grandes, y algunos jóvenes y muy pocos mayores entraron en la casa con una sonrisa lasciva dirigidas a ellas dos.
—Mi papá bajara en un momento. Fue lo único que dijo alejándose de la multitud.
—Espera pequeña, porque no nos acompañas esta noche. Ya no eres una cría, estas muy buena.
—No gracias, tengo que dormir.
—¡Oh vamos! Mañana es sábado no hay clases.copy right hot novel pub