Édgar añadió:
—Me refiero a que, por favor, no te mudes a otro lugar en el futuro.
Doria giró lentamente la cabeza para mirarlo.
Solo ahora se dio cuenta vagamente de que Édgar no estaba de bien al hablar con ella hoy. Antes le hablaba en un tono imperativo, prepotente y poco razonable.
Doria no estaba segura de si era su ilusión o no, pero sentía un toque de súplica en la voz de Édgar.
Cuando Édgar se encontró con la mirada de Doria, se sintió desconcertado.
De repente, Doria alargó la mano y le tocó la frente:
—¿Estás enfermo?
Édgar se quedó sin palabras.
Él bajó su mano y la agarró con la palma:
—No.
—¿Entonces por qué dijiste esas extrañas palabras?
Édgar frunció el ceño :
—Pedirte que no te mudaras de la mansión. ¿Es extraño?
Doria asintió seriamente con la cabeza:
—¿No es extraño? Antes usabas palabras como no puedes no te permito, pero no puedes por favor, nunca lo escuche.
—¿Hay alguna diferencia?
—Por supuesto. Las palabras puede usted por favor no suenan tan prepotentes como las anteriores.
Édgar se rió:
—No busques emociones en las palabras.
Doria hizo un mohín:
—¿Hiciste algo a mis espaldas y por eso estás apenado? ¿O me estás engañando?
—Estás loca. Parece que estás alucinando debido a la sobrecarga de tu preocupación por mí.
Doria se quedó sin palabras.
¡Este gilipollas todavía es capaz de decirme esto!
Doria retiró su mano de la palma de él y dijo:
—Bueno, tengo que irme. Continúa con tu trabajo.
Édgar se levantó y se puso la chaqueta.
Doria se dio la vuelta:
—En serio, puedo volver por mi cuenta. Tú...
—Yo solo quiero dar un paseo, por eso me estoy alistando.
Doria estaba confundida y pronto se quedó sin palabras.
En el camino de vuelta, Édgar le había cogido de la mano. Se apoyó en el asiento trasero con los ojos cerrados, por lo que Doria no sabía si estaba durmiendo o no. Pero no le molestó, ya que pensó que era bueno que descansara.
Cuando llegaron a la mansión Estrellada, Doria entró en el dormitorio y preguntó:
—¿Quieres bañarte primero?
Édgar se bajó la corbata con una mano, su voz llevaba un rastro de cansancio:
—Entra primero.
—Está bien. Pero puede llevarme más tiempo, ya que hoy tengo que lavarme el pelo. Si estás ansioso, puedes bañarte en el baño de la habitación de invitados.
—De acuerdo.
Doria recogió su pijama y entró en el baño.
Édgar se dirigió al balcón, sacó un cigarrillo de la pitillera, lo puso entre sus dientes y lo encendió.
Al cabo de un rato, recibió una llamada de Vicente.
—Sr.copy right hot novel pub