En un principio, Doria quería decirle que su deseo de cumpleaños no se haría realidad si lo decía en voz alta, pero al pensarlo mejor, pensó que no podía arruinar su ánimo en ese momento.
Cuando se preparó para levantarse y volver, Édgar le dio un beso en los labios.
Su beso fue abrupto y feroz, y Doria se vio sorprendida por el arrebato que Incluso se sintió un poco sin aliento.
Al cabo de un rato, Édgar la soltó, dándole la oportunidad de respirar. Había un fuerte deseo sexual en sus ojos negros.
Cuando se dispuso a besarla de nuevo, Doria se apresuró a taparle la boca y le dijo con la cara roja:
—Volvamos a casa.
No estaba segura de si había alguna cámara de vigilancia en la habitación privada o no. Era realmente embarazoso la situacion.
Édgar sonrió, se inclinó hacia delante y le susurró al oído:
—¿Podré hacerte lo que quiera después de ir a casa?
Doria le ignoró, se levantó apresuradamente, se alisó la ropa, recogió su bolso y salió de la habitación con la cabeza agachada.
Édgar se metió una de las manos en el bolsillo y la siguió sin prisa.
Cuando volvieron a la Mansión Estrellada, ya era la una de la madrugada.
Doria se sintió abrumada por el olor a alcohol, así que cogió un pijama y entró directamente en el baño.
Cuando acaba de quitarse la ropa, la puerta del baño se abrió de un empujón.
Édgar se apoyó en la puerta y enganchó su ropa interior en un dedo:
—Te olvidas de esto.
Doria se quedó sin palabras.
¡Este maldito gilipollas!
Cogió una toalla y la lanzó hacia Édgar, pero éste la esquivó sin esfuerzo.
Entró en el cuarto de baño a grandes zancadas y dijo lentamente: —
No hace falta que me des las gracias.
Todo el baño se vio pronto invadido por una ambigua niebla y sus respiraciones se hicieron más intensas...
Como Doria se vio acorralada, se rindió a los movimientos de Édgar. Incluso al terminar el baño, Doria seguía sintiéndose cubierta de sudor.
***
Doria se tumbó en la cama, sin querer moverse porque estaba muy cansada.
Édgar se inclinó hacia delante y le mordió la oreja:
—¿Dónde está mi regalo de cumpleaños?
Doria lo sintió como algo mezquino y trató de esquivarlo, pero no lo consiguió. Entoces, respondió:
—No lo he decidido aún. ¿Qué te gustaría?
—¿Qué me gustaría? ¡Oh!, quiero muchas cosas.
Doria tuvo el presentimiento de que las palabras que él quería decir a continuación no eran algo bueno para ella, así que se dio la vuelta y apretó las manos contra su pecho: —No... no lo digas. Deja que lo piense yo.
Édgar puso sus manos a los lados y la miró:
—¿Quieres un hijo?
Doria se quedó atónita cuando escuchó la pregunta. No sabía por qué había vuelto a sacar este tema.
Ella respondió tras varios segundos de silencio: —El médico dijo que es casi imposible que pueda volver atener hijos.
—Las oportunidades son para los que se han preparado para ello.
Doria se quedó sin palabras.
Quiso criticarle, pero reprimió el impulso en un segundo momento.
Si hoy no fuera su cumpleaños, lo habría criticado.copy right hot novel pub