Justo cuando Saúl había terminado de hablar, Édgar apareció en la puerta.
Su voz era indifrente:
—Ahora que quieres morir, ¿por qué no vas a cavar un agujero en la tierra y te entierras tú misma? Parece que odias que te deje con vida.
Un rastro de desdén y sarcasmo se reflejó en el rostro de Agustina al ver a Édgar:
—Aunque tenga que morir, debería de dejar mi legado. Al menos no puedo dejar que te apoderes así de la familia Santángel.
—Ja, ja, ja ¿Legado? ¿Realmente esperas dejar algún legado después de morir?
Los ojos de Agustina se volvieron fríos al no poder mantener la compostura:
—Édgar, déjate de tonterías. ¡Mátame de una maldita vez si es lo que quieres hacer, no te tengo miedo!
Édgar lentamente sonrió, pero su mirada seguía siedo indolente..
Entonces, dijo palabra por palabra:
—Matarte solo ensuciará mis manos.
La expresión de Agustina cambió radicalmente.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Agustina.
—Las cosas que hiciste te enviarán a la carcel durante décadas. No sé si podrás salir viva de la prisión. ¿Por qué tendría que matarte personalmente? —Édgar continuó con calma—. Has malcriado a Aitana desde la infancia, por lo que no pudo soportar la vida en prisión. Supongo que tú tampoco podrás.
Agustina pensó en el miserable aspecto de Aitana y contuvo la respiración. Varios segundos después, estalló de repente en carcajadas:
—Ja, ja, ja, Édgar. ¡Oh! Édgar, he estado pensando que eres una persona con la que no se puede jugar a lo largo de los años. Sin embargo, resulta que solo eres un cobarde que tiene miedo de muchas cosas, y ni siquiera te atreves a matarme, ¿eh?.
—Tienes que saber que una vez planeé matar a Doria y a ese hijo bastardo. Qué pena que tuvieran tanta suerte de no morir en ese accidente. Sin embargo, juro que si sigo viva, no importa dónde estén, no los dejaré en paz. Todo esto no tendrá un final a menos que yo muera, por lo que puedes esperar a ver sus cadáveres algún día.
La sonrisa en el rostro de Édgar desapareció poco a poco y en su mirada se veía sus claras intenciones de matar.
Saúl dijo a sus hombres:
—¡Hay algo malo en su cerebro. Llévenla arriba para que descanse!
Antes de que sus hombres pudieran acercarse a ella, Agustina se levantó y los apartó:
—Ja, ja, ja, ¿piensas que estoy loca? Pues sí, estoy loca. ¡Me volví loca cuando Israel tuvo ese accidente de coche y cuando te traíste a este hijo ilegítimo de vuelta a la familia! No le tengo miedo a la muerte.
Agustina miró entonces hacia Édgar y le dijo:
—Recuerdo que nunca eras un hombre piadoso. ¿Qué te ha ocurrido? ¿A qué le tienes miedo? ¡Mátame si tienes los huevos bien puestos! Intenté matar a tu mujer y a tu hijo, y sin embargo no tienes las agallas de buscar venganza por ellos. ¡Qué ridículo! Tal vez sólo tú eres el más importante en tu corazón.
Édgar permaneció en silencio y, sin expresión alguna, arrebató la pistola de Jerónimo y la cargó lentamente.
Saúl abrió los ojos:
—Édgar, ¿tú también te volviste loco?
Édgar dijo con calma:
—Ella tiene razón. Debería de haber muerto mucho antes.copy right hot novel pub