Doria se apoyó en la silla y dijo con una ligera sonrisa:
—No serás una niñera porque no te voy a dar un sueldo.
Candela se quedó sin palabras.
Cuestionó con rabia:
—¿Cómo esperas que acepte algo así?
Doria dijo lentamente:
—Para ser sincera, ambos tenemos claro el motivo por el que querías presentarme a Gonzalo antes. Nunca he sido una persona generosa, incluso otras personas me consideraban como una persona malvada que buscaría venganza por el menor agravio.
Candela tartamudeó:
—E... eso... eso ya es cosa del pasado. ¿Qué te parece esto? Le pediré disculpas de nuevo. De todos modos, no descargue su ira contra mi marido, y estoy dispuesta a aceptar las consecuencias de lo que hice.
—De acuerdo. Pero debes aceptar mi condición.
—¿Cuál es?
—Te lo acabo de decir:«ayúdame a cuidar de un bebé».
Doria añadió:
—Pero tengo que recordarte de antemano, que si aceptas, la seguridad del bebé está ligada a la de tu hija.
La expresión de Candela cambió ligeramente.
—¿Qué quieres decir con eso? —Preguntó Candela.
Doria apretó ligeramente los labios:
—Quiero decir que te estoy amenazando con tu hija. Así que puedes darme una respuesta después de consultarlo con la almohada.
Candela frunció el ceño:
—Me estás confundiendo. ¿Bebé? ¿Cuál bebe? ¿De dónde proviene aquel bebé?
—Es mi hijo. Es el bebé que di a luz hace un tiempo atrás.
—¿Quién es el padre del bebé?
Doria se limitó a mirarla y no respondió.
Candela tosió y tomó un sorbo de café:
—¿Qué edad tiene el bebé?
—Aproximadamente Ocho meses.
—Es cierto que tengo experiencia en el cuidado de bebés. Pero cuidé a mi bebé con el apoyo de una niñera, así que no estoy segura de poder hacerlo bien. ¿Y si el bebé se hace daño y me culpas por ello?
—Ten la seguridad de que alguien te ayudará a cuidar del bebé. No es travieso y sólo tienes que ocuparte de su vida diaria, como alimentarlo y cambiarle los pañales. Y yo estaré de regreso por las noches.
Candela preguntó:
—¿De verdad no vas a pagarme?
Doria preguntó:
—Bueno, ¿cuánto quieres?
Candela mostró sus dedos:
—¿Puedo?
—Por supuesto que sí. Lo descontaré del sueldo de su marido.
Candela se quedó sin palabras.
No pudo evitar quejarse:
—Eres muy mala. No sé de quién has aprendido a ser así.
Cuando Doria se preparó para responder a su pregunta, el rostro de un hombre apareció en su mente.copy right hot novel pub