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Mi pretendiente es mi EX-MARIDO

Capítulo 582: ¿No necesitas cambiarme los pantalones?

Doria se acercó y le tocó la frente, hacía un calor ridículo y tenía el pelo y la almohada mojados.

Su ceño se arrugó con fuerza.

«No se acostó anoche sin secarse el pelo, ¿verdad?» Doria corrió las cortinas para ventilar.

Doria corrió las cortinas para ventilar la habitación y fue a llamarle de nuevo.

—Édgar, Édgar... despierta, te llevaré al hospital.

El hombre de la cama no respondió, sólo tomó su mano extendida.

Doria no pudo sacarlo con todas sus fuerzas, preguntándose cómo podía seguir siendo tan fuerte después de todo esto.

No había forma de llevarlo al hospital.

Con la otra mano, Doria sacó su teléfono móvil del bolso y marcó el número de Vicente.

—Édgar tiene fiebre, si tu parte de la reunión ha terminado, ven a llevarlo al hospital, no puedo llevarlo yo solo.

Vicente bajó la voz.

—Probablemente no termine hasta la noche, así que qué tal esto, dejaré ir al médico personal del señor Édgar mientras tú te ocupas de él un rato.

Dicho esto, Vicente no dio a Doria ninguna oportunidad de negarse y colgó el teléfono rápidamente.

Doria.

—...

«¿Cuándo dije que me ocuparía de él?»

Doria suspiró y volvió a mirar al hombre que estaba en la cama con mucha fiebre, colgó el teléfono, sacó un pañuelo de su bolso para limpiarle el sudor de la frente y murmuró en voz baja.

—Dormir con el pelo mojado así, que se va a resfriar si no.

Después de limpiarse el sudor de la cara, Doria metió la mano bajo las sábanas.

Efectivamente, la ropa y las sábanas también estaban húmedas de sudor.

Doria fue a llamarle de nuevo.

—Édgar, ¿quieres levantarte e irte a dormir al sofá un rato mientras cambio las sábanas?.

Las pestañas de Édgar se movieron y abrió los ojos a medias.

Doria alargó la mano y la puso delante de sus ojos.

—Escucha lo que he dicho.

dijo Édgar con voz muda.

—Qué te trae por aquí.

Doria parecía inmutable y sacó la excusa habitual del hombre: el

—De paso.

Tras una pausa, añadió.

—El doctor estará aquí en un minuto, ve a recostarte en el sofá mientras yo ...

Édgar vuelve a cerrar los ojos.

—No tengo fuerzas.

—¿No estoy tirando de ti? Vamos, no te quedes quieto.

Doria utilizó ambas manos para tirar de él, «sin darse cuenta antes de lo pesado que era el hombre.»

Justo cuando intentaba levantarlo con todas sus fuerzas, las manos de él empujaron de repente, y Doria, desprevenida, se lanzó hacia delante por inercia y cayó justo encima de él.

Justo cuando intentaba levantarse, las manos de Édgar la rodearon por la cintura, sin dejarle margen de maniobra.

Doria apretó los dientes.copy right hot novel pub

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