En el coche, Édgar envió a Alex la foto del frasco de la medicina que llevaba impreso «Farmacia de la Ciudad Norte».
Al cabo de un rato, Alex le llamó:
—¿Qué es esto?
—Se encuentra en la habitación de Agustina.
—No debería ser, ¿por qué Agustina tendría esta cosa?
Édgar se recostó en el asiento trasero, el tono de voz era tibio:
—¿Me estás preguntando?
Alex tosió:
—Quiero decir que esta cosa no debería estar con Agustina, es muy raro.
—Entonces, ¿dónde debería encontrarse?
Alex no supo responderle en un momento, dijo después de equivocarse durante un rato:
—¿Qué contiene inicialmente esta botella? ¿Tengo que ir a comprobarlo a la empresa fabricante?
Édgar dijo:
—No hay nada, sólo encontrar una botella vacía.
Alex no podía entenderlo.
«Está loco, está siendo tan misterioso y nervioso sólo por una botella vacía».
—Eso es, todavía tengo algo que hacer.
Después de colgar el teléfono, Édgar cerró los ojos e instruyó en voz baja:
—Envíen las fotos a las personas que son enviadas a la Ciudad Norte, que vayan a la empresa de fabricación y lo comprueben primero.
Vicente dudó un poco y luego dijo:
—Sr. Édgar, el Sr. Alex... tiene una profunda relación con esa gente de la Ciudad Norte. Aunque le deje investigar este asunto, no conseguirá encontrar ninguna información útil.
Vicente ya no hablaba, parecía que Édgar ya no confiaba tanto en Alex en comparación con el pasado, desde que ocurrieron los asuntos en la Ciudad Norte.
Si la enfermedad del pequeño estaba realmente relacionada con esa gente de la Ciudad Norte, sería realmente terrible.
Media hora más tarde, Édgar subió al avión privado con destino a la Ciudad Norte.
En el coche negro, a lo lejos, Diego observaba el avión que rodaba lentamente, sus dedos golpeaban suavemente sus rodillas y sonreía.
Delfin cerró la ventana:
—Jefe, se ha ido.
Diego dijo:
—Lo hemos arreglado durante tanto tiempo que por fin ha empezado el buen espectáculo.
—Pero creo que este asunto no irá tan bien como imaginamos, después de todo, Boris no es una persona fácil, no se dejará llevar por el lado corto del palo en vano.
—Seguro que Boris no lo hará, no esperamos en absoluto que Édgar esté a puñetazos y peleando mal con él. Sólo queremos hacerle saber la verdad del pasado dejándole ir a la Ciudad Norte.
—Pero aunque lo sepa, esa es la verdad que ya no se puede cambiar, es poco probable que entregue el Grupo Santángel, ¿no?
Diego levantó las cejas:
—No estoy seguro.copy right hot novel pub