Doria apartó la mirada para evadir su mirada:
—¿Qué más puede significar?
Édgar le pellizcó la barbilla, obligándola a mirarle, y le dijo lentamente: —Parece que no me entiendes bien.
Cuando se dispuso a besarla, Doria lo apartó:
—Levántate. Tengo algo que decirte.
—¿Qué quieres decirme? ¿Y por qué tengo que levantarme?
Doria se quedó sin palabras.
Ella le pellizcó la cintura y Édgar dejó escapar un gemido ahogado.
Doria aprovechó la oportunidad para librarse de su encierro. Se dio la vuelta y se levantó de la cama.
Doria intentó encontrar un bolígrafo y un papel en la habitación, pero no lo consiguió.
Sentado en el borde del respaldo, Édgar se inclinó hacia atrás con las manos apoyadas en la cama para sostener su cuerpo y miró de cerca a Doria preguntó:
—¿Qué buscas?
—Pluma y papel. ¿Los tienes?
—No. Puedes llamar a recepción y pedir que te envíen algo.
—Oh, es verdad —Doria pensó para sí misma.
Doria se dirigió a la mesilla de noche y llamó a la recepción.
Diez minutos después, un empleado del hotel les envió un bolígrafo y un papel.
Doria se sentó en el sofá, se tranquilizó y luego dibujó rápidamente en el papel.
Al cabo de un rato, Édgar se sentó a su lado, le rodeó la cintura con los brazos por detrás y le apoyó la barbilla en el hombro:
—¿Qué estás dibujando? ¿No dijiste que tenías algo que contarme?
Doria respondió:
—Pronto estará terminado.
Al hablar, le dio unas palmaditas en la cintura y dijo seriamente: —Suéltame.
Édgar sólo pudo retirar las manos, se apoyó en el sofá que tenía detrás y la observó hacer el dibujo.
Unos veinte minutos más tarde, el contorno de la cara de un hombre se mostró en el papel blanco y Doria empezó a añadir detalles con cuidado.
Édgar posó su mirada en el papel y luego entrecerró sus ojos negros.
De repente dijo:
—No fuiste tan serio y cuidadoso al retratarme.
Doria se quedó sin palabras.
Doria echó un vistazo al cuadro que estaba casi terminado y lo puso delante de Édgar:
—Este es Boris Curbelos.
—Lo he adivinado. Así que me resulta muy difícil entender por qué dices que es tan guapo como yo.
Los párpados de Doria se movieron mientras se quedaba sin palabras. Ella entonces lo miró inexpresivamente.
Édgar dijo:
—Continúa.
—Tal vez sea porque no logré retratar su temperamento, pero creo que... —Doria continuó después de un rato de silencio—. Ustedes dos se parecen en algunos aspectos.
—Vamos, ¿me estás diciendo que es otro hijo ilegítimo de Saúl?
—Entonces debería ser como Israel .copy right hot novel pub