En el estudio de Doria...
El empleado estaba presentando a Ning la estructura del estudio, la exposición y la disposición de las mercancías, los números de los artículos y el procedimiento contable, mientras Ning lo escuchaba atentamente.
Ella no había experimentado estos asuntos. Al cabo de un rato, aunque los ojos de Ning seguían fijos en esa chica, su mente se había desviado hacia la tienda de té con leche de enfrente.
Ning sólo recuperó el sentido cuando vio que alguien agitaba las manos delante de sus ojos.
La chica preguntó:
—¿Te has acordado de lo que he dicho hace un momento?
Ning contestó con incertidumbre:
—Puede... Puede ser.
A juzgar por su expresión, la chica pudo ver que Ning no lo recordaba. Lanzó un largo suspiro. Cuando se preparaba para reintroducirla, un cliente entró en la tienda.
La chica le dijo a Ning:
—Siéntate allí. Te lo volveré a explicar más tarde.
—Vale, gracias.
Ning se dirigió obedientemente al sofá y tomó asiento.
Al cabo de un rato, entró en la tienda una impresionante belleza que llevaba unas gafas de sol.
Un dependiente se acercó inmediatamente y saludó:
—Señora, ¿necesita mi ayuda?
La mujer se quitó las gafas de sol:
—Quiero un anillo personalizado.
—De acuerdo. Por favor, sígame al salón y registraré sus requerimientos en detalle.
—Es demasiado molesto. Quiero reunirme con tu jefe.
El dependiente le contestó:
—Lo siento, señora, este es nuestro procedimiento.
La mujer se puso los brazos delante del pecho, pareciendo insatisfecha: —¿Qué tiene de malo? ¿No puedes cambiar tu procedimiento? Además, ¿no estás haciendo negocios? Tu principio debería ser servir y satisfacer a tus clientes. Vamos, ¿necesitas que te enseñe esto?
La dependienta se vio en un dilema al escuchar estas palabras. Tras un rato de duda, dijo:
—Entonces, por favor, espere un minuto, voy a preguntar la opinión de mi jefe.
La mujer dio un sonido nasal con pereza.
Se dirigió al sofá y se sentó.
El que se sentaba frente a ella era el somnoliento Ning.
La mujer cruzó sus hermosas piernas, apoyó un codo en el brazo del sofá y luego miró hacia Ning, preguntando:
—¿También estás aquí por un producto personalizado?
Ning, que estaba bostezando, sacudió la cabeza:
—Estoy trabajando aquí.
Hubo un ligero cambio en la expresión de la mujer.copy right hot novel pub