—¿Con quién me he enrollado?
Justo después de que Flora terminara de maldecir, todos escucharon una voz indiferente desde su espalda.
Al instante se quedó tiesa. Tras unos segundos, se dio la vuelta, dejó de lado su arrogancia y miró al hombre que tenía delante. Tartamudeó:
—Señor... Sr. Santángel...
Édgars se quedó allí, mirándola tranquilamente:
—Dime. ¿Quién se ha enrollado conmigo?
Flora se atrevió a decir esas palabras a la cara de Leila, pero por muy atrevida que fuera, no se atrevió a decírselo a la cara de Édgar.
Su rostro cambió entre lívido y pálido. No pudo evitar apretar los puños. Con una sonrisa irónica, explicó:
—Sólo estaba... bromeando con Leila. Mucha gente lo decía...
Édgarasked tranquilamente:
—¿Bromeando? ¿Mucha gente?
Flora sintió una ráfaga de viento frío y un escalofrío en la espalda.
Tartamudeó, tratando de lavarse las manos en esta situación:
—Olvidé de dónde lo había oído. De vez en cuando alguien... Pero creo firmemente que no hay nada entre Leila y usted, señor Santángel.
—Por lo tanto, acabas de escuchar los rumores y te has atrevido a decir tonterías en presencia de mi esposa, ¿no es así?
Flora notó su tono frío mientras acentuaba cada sílaba. Sus labios se pusieron morados. Se apresuró a explicar:
—Señor Santángel, no lo decía en serio. Estaba bromeando... Oh, no... No debería haber creído en los rumores. Yo sólo... Pero no lo decía en serio...
Édgar le dirigió una mirada:
—Tu jefe ha acudido a mí hace poco para que colabore. No creo que sea necesario ahora.
A Flora se le escurrió la sangre de la cara. Aunque se había hecho bastante famosa en los últimos años y su empresa estaba dispuesta a apoyarla económicamente, si la empresa perdía la cooperación crítica con el Grupo Santángel por su culpa, no creía que su jefe la dejara marchar.copy right hot novel pub