Al ver que Doria estaba desconcertada, Édgar le dio un beso en la frente: —Está bien. No te preocupes por él. Es un asunto suyo. Ya es un adulto. Es el trastorno psicológico que necesita superar por sí mismo.
Doria negó suavemente con la cabeza:
—No es un trastorno psicológico. Armando e Ismael son individuos diferentes. Armando no tiene nada que ver con lo que hacía Ismael. Como Ismael no puede soltarlo, siempre siente que le debe mucho y que su existencia es un error. También siente que es un hombre sucio por la sangre de Armando en su cuerpo. Debe superar esos pensamientos —explicó Édgar.
Doria lo miró. Preguntó después de un largo rato:
—¿Y si no puede?
Édgar dijo:
—Si no puede, quedará atrapado por esas cosas y no volverá a progresar.
—Por lo tanto, ha empujado todas las culpas de las cosas que han sucedido en el pasado y no tienen nada que ver con él. Entonces quiere renunciar a todo lo que tiene para compensar todo, ¿no?
Al encontrar su mirada, Édgar respondió tarareando después de un largo rato.
—¿Crees que lo soltará cuando haya terminado de hacer todas las cosas?—volvió a preguntar Doria.
—Probablemente pueda.
Doria guardó silencio por un momento. Luego continuó:
—Lo tengo. Haré tiempo para hablar con Ismael.
Édgar dijo con indiferencia:
—Esos pensamientos ya habían arraigado y brotado en su corazón. Tu conversación podría no funcionar.
—Tengo que intentarlo de todos modos.
Édgar la atrajo hacia sus brazos:
—Muy bien. Se acabó tu tiempo de preguntas. Vamos a la cama.
Doria apoyó la cabeza en su pecho en silencio.
La gente siempre fue así, siempre pudo ver la naturaleza de los asuntos de los demás. Sin embargo, al enfrentarse a sus propios asuntos, no pudieron convencerse en absoluto.
***
Después de que Ismael llevara a Leila a su casa, ésta se bajó. Dijo:
—Date prisa y vete a casa. Ya casi amanece.
Ismael agarró el volante y se giró para mirarla:
—¿Volverá tu coche mañana?
Leila no entendía lo que quería decir. Asintió y respondió:
—Sí, lo hará.
Ismael no dijo nada más:
—Hasta mañana —Puso en marcha el motor.
Leila le saludó con la mano:
—Hasta mañana. Ten cuidado cuando conduzcas a casa.
Después, se dio la vuelta para entrar en la comunidad.
Ismael contempló su figura en retroceso durante mucho tiempo. Luego se alejó.
En cuanto Leila salió del ascensor, vio al hombre que esperaba en su puerta. Frunció el ceño:
—¿Por qué estás aquí otra vez?.copy right hot novel pub