Doria cerró los ojos, después de unos minutos sintió que el colchón a su lado se derrumbó un poco.
En seguida, el cálido cuerpo del hombre se acostó a su lado.
Justo cuando Doria quería moverse al borde de la cama, Édgar le puso un brazo en la cintura y le preguntó en voz baja,
—Llevas tanta ropa y encima cubierta con una colcha para dormir. ¿No tienes calor?
—… No.
Era falso.
Estaba acalorada y casi sin aliento.
Édgar que estaba detrás de ella no dijo nada más, simplemente la abrazó con firmeza.
Después de un rato, Doria escuchó una respiración uniforme y constante del hombre.
Volvió levemente la cabeza y llamó cuidadosamente,
—¿Édgar?
La respuesta fue el silencio.
Parecía estar realmente dormido.
Doria exhaló un suspiro de alivio, con cautela apartó su brazo y se salió de su abrazo.
Se sentó en la cama, miró el sofá, luego al gilipollas dormido, y finalmente se rindió.
Después de quitarse el abrigo, Doria se volvió a acostar, manteniendo la mayor distancia posible con Édgar.
Tenía los ojos bien abiertos, en comparación con el sueño que tenía hacía un momento, ahora no sentía nada de sueño.
Tenía sentido, ya que, ¿cómo podría sus nervios realmente relajarse frente a un oponente tan poderoso?
Aunque ella entrara a la familia Collazo, Rivera y Briana solo estarían más a la defensiva contra ella.
No sería tan fácil para ella encontrar la verdad.
Justo cuando Doria estaba pensando en eso, de repente sintió un gran peso en su cintura, la mano del hombre volvió a colocarse con precisión en su cintura.
Ella dijo con enojo,
—Señor Édgar, no te inclines más hacia mí, estoy a punto de caerme de la cama.
Édgar no respondió.
Doria continuó,
—Sé que no estás dormido, venga, muévete para allá.
Como dijo, extendió la mano y lo empujó.
En la oscuridad, Édgar abrió lentamente los ojos, curvó sus labios, le tomó la mano y la estrechó entre sus brazos.
—No te vas a caer si te vienes un poco más hacia mí, ¿por qué tienes que dormir al borde de la cama?
Doria sintió que no podía hablar con normalidad con este gilipollas, se quedó callada un rato y dijo con tono apagado,
—¡Tengo sueño, duerme!
Édgar aceptó, aparte de abrazarla, no hizo nada más.
Después de todo lo que pasó esta noche, el sueño que había desaparecido volvió gradualmente, en ese momento los ojos de Doria luchaban por abrirse. Quería dormir de costado, pero Édgar la obligó a dormir contra su pecho.
Al escuchar los fuertes y firmes latidos del corazón del hombre, Doria se quedó dormida al cabo de un rato.
Édgar la besó en la frente y susurró,
—Buenas noches.copy right hot novel pub