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Mi pretendiente es mi EX-MARIDO

Capítulo 359: Qué era este juego ridículo

Doria sacó el móvil sin reflexionar, y le mostró una foto.

Eliseo miraba la foto, dijo con sospecha,

—¿Es tu novio?

—Claro.

Era un estrellato que se puso muy famoso últimamente, y había muchas fans que querían ser su novia. Doria no recordó cuándo había descargado su foto, precisamente en este momento podía aprovecharla.

Eliseo sonrió,

—Guapa, aunque quieras decirme mentiras, no necesites hacerlo así. El tipo en esta foto, es de mi empresa, y es… homosexual.

¿Qué?

Doria cogió el móvil con calma y lo miró.

—Pues, me equivoco, no es esta.

Doria seguía buscando, e intentó encontrar una foto de Ismael Aparicio.

Pero buscaba por un rato, pero no encontró nada.

¿No la había guardado?

Tenía un hermano tan guapo, ¿pero no había conservado ni una foto?

En este momento, el móvil Doria fue sacado por alguien. Una persona se quedó a su lado, y se oyó una voz masculina familiar con indiferencia,

—Soy yo su novio, ¿alguna duda?

Al oír su voz, Doria se desconcertó, ¿por qué había vuelto el gilipollas?

Eliseo también se aturdió por unos segundos, y sonrió como si lo entendiera. Qué bien, no pensó que Édgar había tenido tales trucos para perseguir mujeres.

Como un héroe salvó a una belleza.

Parecía que no tenía posibilidades, así que lo ayudaría.

Cuando se fue, para colaborar con él, Eliseo dijo,

—Soy yo el que sea indigno.

Y después salió con alegría.

Sin embargo, los dos que estaban detrás de él, se quedaban en silencio por un rato, y casi empezaron a hablar al mismo tiempo,

—¿No vuelves hasta dentro unos días?

—¿Me consideras como un novio en vano?

Bueno, había sabido que este gilipollas iba a acusarla.

Doria susurró,

—No tengo tu foto.

Édgar se enfadó mucho como si le doliera el hígado.

—¿Eso es tu excusa?

Esperaba durante mucho tiempo allí, esperando que Doria dijera su nombre frente a Eliseo. Pero ella sacó una foto de un homosexual inesperadamente y dijo que era su novio. ¿Era él una vergüenza que decir?

A Doria le molestó más su tono interrogativo, así que, aunque no tenía razón, dijo con firmeza,

—No tengo ninguna excusa, ¡me alegro de decirlo!

Después, se marchó sin darle una mirada.

Édgar miraba su espalda, siendo que las sienes latían.copy right hot novel pub

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