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NADIE COMO TÚ

Capítulo 89: Ya estás enamorada

Valeria había olvidado cuando fue la última vez que alguien le duchó así.

Solo cuando era muy pequeña, Bárbara la ayudaba a bañarse. Cuando se hizo mayor, Bárbara estaba ocupada con su trabajo y se cuidaba sola.

Nunca pensó que, después de tantos años de estar sola, de repente un hombre le dara de comer, limpiara su habitación e incluso la duchara cuando estaba herida.

Era como si estuviera compensando todos los mimos que le faltó a lo largo de los años.

Aun más, el hombre era una persona que nunca había cuidado de los demás.

Valeria sentía que el corazón se le ablandó.

Cerró los ojos para ocultar su conmoción.

«Aitor... ¿Puedes dejar de ser tan amable conmigo? Tengo mucho miedo de enamorarme de ti…»

Después de la ducha, Valeria y Aitor volvieron al salón. Aitor estaba empapado y Valeria se sentía un poco mal por él. Sacó del dormitorio unas camisas muy anchas que usaba para hacer ejercicio. Pero antes de dárselas, le preguntó:

—¿De verdad vas a dormir aquí hoy?

—Claro —dijo Aitor y tomó la ropa de la mano de Valeria—. ¿No dijiste que tienes que cuidar de tu mamá? Pero, ¿cómo vas a cuidarla si estás herida de la mano? Así que será mejor que me quede y así os podré cuidar.

—De verdad que no tienes que molestarte —Valeria seguía sin querer que Aitor se quedara—. Puedo sola.

—¿Puedes sola? —Aitor enarcó una ceja— Incluso necesitabas que te duchara, ¿segura que puedes?

Las palabras de Aitor le recordaron al instante a Valeria lo ocurrido en la ducha. Se sonrojó y se olvidó de refutar a Aitor.

Inmediatamente después, escuchó a Aitor soltar una risa y se dirigió de nuevo al baño con su ropa.

Valeria se sentía un poco angustiada por haberse dejado llevar. Y, de alguna manera, parecía haber consentido que se quedara.

Antes de entrar en el baño, Aitor recordó algo y dijo:

—Si no quieres que me quede, es fácil, vuelve a casa conmigo.

Dicho eso, entró al baño.

Aitor se dio una ducha fría y salió cuando por fin consiguió apagar el fuego de su interior.

Cuando volvió a su habitación, vio a Valeria ya acostada en la cama.

La cama era especialmente pequeña y Valeria estaba prácticamente acurrucada en un rincón. Aitor entró en la habitación y, algo consternado, la rodeó y la tomó directamente en sus brazos.

—¿De qué te escondes? —Aitor abrazó a Valeria y le susurró al oído— ¿No es mucho más espacioso así?

Mientras hablaba, apagó la luz y cerró los ojos.copy right hot novel pub

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