—Ahora que la señora ha entendido mal al señor Aitor, deja a su bebé —dijo Jacobo con un tono suplicante al escuchar que Sabela seguía pensando en el bebé.
El rostro de Sabela se llenó de un ceño malévolo:
—Eso no me importa, de todas formas ayúdame a encontrar la manera de deshacerme de la semilla sucia en su barriga.
—¡Sabela, eso es una vida después de todo, y vas a recibir la karma que te corresponde por esto! Nunca te ayudaré a hacer tal cosa —Jacobo maldijo a Sabela cuando escuchó su insistencia en no dejar ir al bebé de Valeria.
—¿Es así? —Sabela no se enfadó ante las palabras de Jacobo, sino que caminó tranquilamente hacia el sofá y se sentó, con una mueca de desprecio en su rostro, sus palabras mordían como una serpiente venenosa.
—Si voy a sufrir represalias no lo sé, lo único que sé es que si no haces lo que digo, la vida de tus padres estarán en peligro.
—¡Te atreves! —Jacobo no sabía qué responder, Sabela tenía ahora su punto débil y no tenía más remedio que inclinarse ante ella por la seguridad de sus padres.
—Deja de decir esas palabras inútiles, te daré tres días, si después de tres días veo que el bebé de Valeria no ha sido abortado, ¡estarás esperando para recoger los cuerpos de vuestros padres!
Como no quería seguir discutiendo con Jacobo, Sabela le dio un ultimátum.
Cuando escuchó a Sabela amenazar a sus padres, Jacobo se puso furioso: —Sabela, ¿qué has hecho con mis padres? Si les pasa algo, no te perdonaré.
A diferencia de la excitación de Jacobo, Sabela dijo despacio: —Tranquilízate, ya están bien, les han dado de comer y de beber. Pero —entonces la voz de Sabela se enfrió y su tono se llenó de malicia—, no puedo garantizar nada si sigues siendo tan perezoso.
—De acuerdo —Jacobo no tuvo más remedio que aceptar—. Pero tienes que asegurarte de que mis padres están a salvo.
—No hay problema —Sabela sonrió—. Dejaré ir a tus padres en cuanto vea que el bebé de Valeria ya no existe.
—¡Más vale que lo digas en serio! —con esa frase Jacobo colgó.
Mirando el teléfono que tenía en la mano y pensando en lo que acababa de prometer, la mirada de Jacobo se llenó de culpa mientras murmuraba: —Señor Aitor, la señora, lo siento mucho, no hay manera de que vea cómo les pasa algo a mis padres y no me importe.
A Sabela no le importó mucho cuando vio que Jacobo simplemente le había colgado, se había prometido de todos modos. Sus padres seguían en sus manos y no tenía que preocuparse de que le hiciera alguna jugarreta a sus espaldas.
—Hmph, Valeria, esta vez voy a ver quién más va a venir a rescatarte. Una fría sonrisa se curvó en las comisuras de la boca mientras Sabela murmuraba para sí misma con cinismo en los ojos.copy right hot novel pub