—Me parece bien lo que sea, ¿y tú Valeria?
Sabela actuó como si estuviera muy preocupada por Valeria.
—Seré lo mismo que vosotros.
Intentando ignorar los ojos de la gente del otro lado de la mesa que no dejaban de posarse en ella, Valeria se sentía incómoda por todas partes y sólo quería darse prisa y salir de allí después de esta comida.
Simón y Sabela hablaron y rieron durante toda la comida, mientras que Valeria no dijo ni una palabra desde el principio hasta el final. Sólo cuando le hicieron una pregunta, abrió la boca de mala gana, de forma prepotente.
Simón estaba claro que la hermosa mujer del otro lado de la mesa no estaba interesada en él, pero esto alimentó su deseo de ganar. Cuanto más desafiante era una mujer, más atractiva era.
Al terminar la comida, Simón se ofreció a invitar a las dos mujeres a cantar con él, y Sabela lo aceptó, pero Valeria se marchó con el pretexto de que tenía algo que hacer. No podía soportar seguir con ellos.
—¿Estás seguro de que puedes manejarla?
Cuando Valeria se fue, Sabela miró a Simón con una mirada juguetona.
—¡Claro! —Simón se encogió de hombros y esbozó una sonrisa malvada— Nunca he conocido a una mujer que no pudiera manejar.
—Más vale que así sea.
Ante las palabras de Simón, las comisuras de la boca de Sabela se curvaron en una mueca de desprecio.
«Valeria, nunca tendrás oportunidad de ganar contra mí.»
Mientras conducía hacia su casa, Valeria pensó en lo que había sucedido esta tarde y le pareció que la intención de Sabela era presentarse al hombre llamado Simón.
Aunque no sabía exactamente cuál era su intención, no podía ser buena y debía tener cuidado cuando volviera a ver a Simón.
Valeria retomó su vida normal, llevando a Bebe al colegio, yendo a trabajar al Grupo Hernández, saliendo del trabajo y recogiendo a Bebe del colegio, casi todos los días, lo que era bastante fácil.
Lo que esperaba, pero lo que tampoco esperaba, era que desde aquel día, Simón había sacado su número de teléfono de algún sitio y había empezado a contactar con ella frecuentemente. Y, al parecer, la perseguía.
En ese momento, sonó el teléfono.
La irritación apareció en los ojos de Valeria al mirar el número de teléfono con el que se había familiarizado hacía poco, y deslizó el dedo con fuerza hacia el botón de respuesta.
—Valeria, ¿estás libre hoy?
Nada más descolgar el teléfono, Valeria escuchó el discurso íntimo de Simón hacia ella.
—¡Qué demonios quieres! —El tono de Valeria estaba algo teñido de ira.copy right hot novel pub