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¡No huyas, mi amor!

Capítulo 106: Me encargo de todo

-¡Baja del coche! Catalina, ¡baja! -

Anabel dio golpes a la ventana con enojo y no le importaba si el cristal iba a romperse.

Mariano estaba un poco molesto. ¿Qué le pasaba a Anabel?

Quería apresurarse a bajar del coche para detenerla, pero desafortunadamente, Rosaría ya se había despertada.

Como se había quedado despierta toda la noche, Rosaría estaba de mal humor cuando sus horas de reposo fueron interrumpidas.

Ella bajó la ventana y miró fríamente a Anabel.

-¿Qué quieres hacer? -

-¿Qué quiero hacer? ¡Malvada! ¡El señor Mateo sufrió daño por ti! ¿Por qué siempre molestas al señor Mateo? Catalina, te digo, si tienes vergüenza, date prisa y sal de aquí, lejos de él. Si no -

-¿Y qué? -

La mirada de Rosaría se volvió un poco fría.

En el pasado, ya que Anabel era la nodriza de Mateo y que había cuidado de ella durante los tres años de matrimonio, Rosaría siempre hizo concesiones con ella en todos casos. No obstante, Anabel se volvía cada vez más irracional, ¿realmente creía que era fácil de intimidarla?

Al ver que la situación estaba fuera de control, Mariano se adelantó apresuradamente para hacer mediación.

-Señora Anabel, la señorita Rosaría ha cuidado del señor Mateo en el hospital toda la noche y no ha dormido. Por favor, no la molestes y deja que ella vuelva a descansar. El señor Mateo está esperando que señorita Rosaría le cocine la sopa al mediodía -

-¿Beber su sopa? ¡Qué locura! ¡Tengo miedo de que envenenara al señor Mateo! Mariano, ¿no ves que esta mujer desea que el señor Mateo muera? Catalina, ¿te vas? ¡Si no te vas hoy, te golpearé hasta la muerte incluso si arriesgo mi vida! ¿No sabes qué clase de familia era la familia Suárez? ¿Por qué te atreves a hacer enemigos con ellos envolviendo al señor Mateo? ¡Eres una mujer tan odiosa! -

Mientras Anabel hablaba, se dio la vuelta y recogió la escoba a su lado. Intentó meter la escoba en el auto por la ventana. Parecía que quería arruinar la cara de Rosaría.

La cara de Mariano se puso pálida de inmediato.

-¡Anabel, Anabel, cálmate! -

Antes de que Mariano pudiera bajar del auto, Rosaría ya había abierto la puerta y salió.

La escoba de Anabel ya había llegado frente a ella. Rosaría agarró la muñeca de Anabel y ejerció un poco de fuerza.

Anabel gritó de dolor inmediatamente.

-¿Me estás resistiendo? -

Rosaría se burló, enfadada.

-Estás a punto de golpearme. ¿Podría ser que todavía me quede aquí con resignación? ¿Crees que soy idiota? Anabel, ya eres anciana. Si no estás calificada para el trabajo de ama de llaves, deberías retirarte cuanto antes. No creo que Mateo te vaya a tratar mal aunque no le sirves -

Rosaría dijo esto como la dueña de la familia.

Anabel estaba muerta de enojo.

-¡Cállate! ¡No imagines manejar los asuntos de la familia Nieto! Te digo, serví como nodriza del señor Mateo desde que él tenía tres meses. Soy de la familia Nieto, así que no puedo ver que hagas daño al señor Mateo -

-¿Eres de la familia Nieto? ¿Pues eres la dueña o una de las parientes? -

Dijo Rosaría sin piedad.

Mariano bajaba del coche, pero no sabía a quién debía ayudar.

Anabel era la nodriza de Mateo, por lo que no podía ofenderla.

Pero era más imposible ofender a Rosaría porque era la esposa de Mateo.

Mariano intentaba suavizar las cosas.

-Señorita Rosaría, señora Anabel, somos amigos, ¿verdad? No tenemos que ser enemigos, ¿no? Cada una de ustedes cede un poco, ¿vale? -

-¿Somos amigos? ¿Es digna? Incluso yo no estoy segura de que con cuántos hombres se haya acostado esta puta. Es ridículo que tal mujer quiera ser la esposa del señor Mateo. ¡Hasta los gatos quieren zapatos! -

Naturalmente Anabel no podía soportar ser refutada por Rosaría, así que cuando Mariano empezó a mediar entre ellas, regañó directamente a Rosaría.

¡Ella no creía que Mateo fuera a despedirla!

Rosaría se puso negra inmediatamente.

-Anabel, ¿por qué sabes tanto sobre putas? ¿Acaso te habías acostado con muchos hombres cuando eras joven? Veo que todavía eres hermosa, ¿no has buscado a algunos hombres para divertirte? -

Las palabras de Rosaría provocaron a Anabel.

-¡Cállate! ¡Perra! -

A Anabel no le importaba que Rosaría le estuviera sujetando la muñeca, y levantó la otra mano para agarrar el cabello de Rosaría.copy right hot novel pub

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