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Nunca juegues con el diablo

Visita familiar

Alaric

Estoy terminando de repasar unos contratos cuando suena mi teléfono. Desbloqueo la pantalla colocando el dedo sobre el sensor dactilar antes de mirar de quien es el mensaje.

El nombre de Eda baila sobre la pantalla. No se que tiene esta mujer que me atrae, toda ella es increíble. No voy a hablar de su físico que fue lo primero que llamó mi atención, su forma de ser, de bromear, su carácter, la independencia que demuestra y la falta de necesidad de tener a alguien cerca, provoca que quiera tener lo que ella no quiere darme. Así somos los hombres, conviértete en un reto y me tendrás enganchado como una polilla a la luz.

Recuerdo la noche que la vi en la mesa con aquel hombre. No soy alguien celoso, jamás he tenido que luchar por una mujer, pero con Eda sentí celos, tuve la necesidad de acercarme y comprobar que tipo de relación tenía. Una vez que comprobé que estaba desesperada por largarse, mi ego volvió a su sitio, del que no debería haberse movido.

Dejo escapar el aire entre mis labios en forma de risa. Conozco a muchas abogadas, la mayoría son estiradas, con demasiada clase para mi gusto. Eda es más de mi rollo.

Coloco los dedos sobre la pantalla preparando la respuesta.

No voy a darle una contestación. Que sufra un poco. Me encanta la sensación de que necesite algo de mi. Pocas veces me deja tener el poder, solamente en la cama.

Unos minutos después vuelve a sonar el teléfono.

Esto es demasiado, me froto los ojos intentando contener la risa. Ahora me amenaza una mujer de ochenta años. Desbloqueo el teléfono y la llamo. Es demasiado jugoso lo que está ocurriendo para hacerlo por mensaje.

Escucho que descuelga, antes de que pueda decir nada hablo.

- Pensaba que no querías invitarme sin un anillo primero.

Escucho como resopla.

- Ni con un anillo - Contesta segura - pero mi abuela es muy cabezota. Tienes que hacerme este favor.

- No se, no se... - repito un par de veces - ¿Qué me darás a cambio?

Creo que es justo que nos tomemos esto como un intercambio. Yo le doy lo que ella quiere, y ella me da algo que yo quiero.

- Lo que quieras.

Contesta segura y rápido. Su abuela debe de ser muy importante como para dar lo que quiera sin dudar.

- Está bien, mañana a las cuatro y media paso a buscarte. Ya pensaré que quiero de ti - Esto último lo suelto con un tono de deseo dando a insinuar que va a ser algo sexual.

- Bien, bien, muchas gracias.

Después cuelga sin despedirse siquiera. Algo me dice que estaba nerviosa de verdad.

Salgo tarde de trabajar. Mi padre insiste en que me haga cargo de la empresa familiar, Lawyers's Lyon, un bufete de abogados, pero yo tengo mi propia empresa y demasiado trabajo, no podría dirigir otra más, así que llevo años negándome.

Al llegar a casa me tiro sobre la cama sin quitarme la ropa, solo me quito los zapatos y porque no tengo que moverme. Duermo toda la noche del tirón. He tenido que hacer horas extras si quiero librar por la tarde para conocer a la abuela de Eda.

Salgo a correr algunos kilómetros, después me ducho y vuelvo a ponerme un traje. Casi todos son iguales, los colores bailan entre el negro, el gris y el azul, me permito pequeños lujos con el color de la corbata y de la camisa.

Hoy las horas pasan más lentas, todo es más tedioso. Me sorprendo con ganas de conocer a la abuela de Eda y saber algo más sobre ella. ¿Puede ser que esta chica esté comenzando a gustarme?

A las cuatro y media en punto espero en el coche, sale del portal con ropa casual. Bajo la vista hasta mi traje y me siento realmente ridículo.copy right hot novel pub

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