Cerró los ojos alzando su cabeza al cielo y respiró profundamente el frío de la noche, sintiendo la humedad del bosque solitario.
Simple oído, era capaz de escuchar lo que a su alrededor se movía, pasos, alas, viento, choques. La vida abundante en la oscuridad y la lucha por sobrevivir.
Caminó de un lado a otro con lentitud, visualizando su ambiente, buscando la dirección del soplo del viento y su punto cardinal. Se sentía inútil, se sentía sola, pero, sobre todo, sentía mucha furia en su interior.
Echó en su espalda aquello en lo que portaba sus afiladas flechas de defensa, no tenía poderes, pero si podía utilizar la agilidad y mente para defenderse; inteligencia humana que no habría de desgastar.
Un pequeño e inútil individuo, presa fácil en un mundo lleno de seres mágicos poderosos y magistrales, aun así, podía con ellos. Con su arco en mano y espalda ceñida a la cintura quiso volver a casa, simplemente caminando.
No tenía alas para volar, una escoba que la siguiera o una alfombra que funcionara con su magia, no, ella no tenía poderes para manipular nada a su antojo. Solo una pequeña mascota, una que llamaba mediante su ópalo, así como su apodo lo indicaba. Sin embargo, quiso pisar el suelo, y estar sola; aunque ya estaba lo suficientemente sola como para querer estarlo mucho más.
Nadie la entendía, nadie la acompañaba, nadie la querría realmente.
¿Qué era el amor? ¿Cómo se sentía? ¿Cómo era recibirlo?
Un helado corazón de piedra congelado, no sentía nada, no sabía nada. Resultado de la exclusión y el desprecio, marginada de todo su alrededor, solo era una basura inservible para los que la rodeaban. Si no podían amarla, al menos haría que sintieran temor por ella.
Oculta tras una máscara de color verde, simplemente avanzaba paso por paso hacia su destino, con una mente vacía, aun queriendo pensar en algo; pero solo sentía su pecho arder, furia, enojo, malos deseos, tristeza, decepción.
¿Podría sentir algún día algo que la hiciera sentir bien? ¿Por qué debía ser tan miserable?
Gritó con todas sus fuerzas alzando su cabeza, estaba cansada de su vida, estaba cansada de sus sentimientos; pero antes de morir, se llevaría consigo a todos los que pudiera con ella. ¡Pagarían!
Moriría en el proceso.
Su oído la puso en alerta, dos objetivos voladores se acercaban a ella. Hizo su arco y tomó varias flechas, apuntando en expectación en una dirección indefinida, esperando que su presencia fuera notable. Los sintió caer a su cercanía y entonces les disparó sin pensarlo dos veces.
―Te dije que esto pasaría ―dijo Kenia mirando a su lado, justo dónde estaba Adkins, Ópalo solo rodó sus ojos mirándola, clavada a un árbol por las flechas, no la habían tocado, simplemente amarraron su vestidura.
―Habla por ti, yo soy demasiado guapo para que me atraviesen con una flecha. ―A diferencia de Kenia, Adkins era un poco más invencible, él jugó con las flechas en sus manos; así era, no logró dar con su ropa, tenía la agilidad suficiente para atraparlas con sus manos.
― ¿Qué hacen aquí? ―preguntó la princesa mirándolos con seriedad y su típica expresión de enojo.
A ella podía temerle cualquiera, excepto Adkins y, en su defecto, Kenia.
―Salimos a cazar duendes ―respondió sarcástica―. Es obvio que te seguiríamos. ¿Pensabas salir de casería sin nosotros?
―No necesito de ustedes ―dijo y siguió caminando, dejándolos atrás.
Adkins la siguió tranquilamente, dejando aun a Kenia clavada al árbol.
― ¡Oigan! ―gritó― ¿No creen que se les olvida algo?
― ¡Tú puedes con ello linda! ―respondió Adkins siendo arrogante, no importándole si la pobre chica quedaba allí de pie toda la noche sin poder escapar.
“Suéltame o te maldeciré y me quedaré con tu alma”, le dijo Kenia a Adkins mentalmente, ella sabía quién era él, sabía perfectamente que podía escucharla.
Él se detuvo en seco al ver que se metió en su mente a dejarle aquel pequeño recado, dejó sus ojos en blanco y suspiró.copy right hot novel pub