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Smookers and Lighters

Capitulo 50 parte 1

Bajó la miraba notando que había estado jugando distraídamente al menos desde hacía una hora con uno de los tres extraños tubos que consiguió en aquel laboratorio subterráneo. Tuvo poco tiempo desde recuperar esas cosas que encontraron para pensar que significada, los problemas no habían hecho más que intensificarse.

Soltó un largo suspiro y se enderezó en el pequeño taburete donde estaba sentado, cuidando a Maia mientras estaba inconsciente envuelta en una gruesa manta térmica. En realidad no tenía que hacerlo, pero podía tomarlo como excusa para descansar y aislarse un poco del resto.

Tenía el rostro con varios moretones, raspaduras y quemaduras por acido el más grave siendo en su barbilla donde Mells le había cosido varios puntos luego de retirarle un poco de piel infectada. No dejaba de meterse en problemas, y lo peor es que sabía cómo salir de ellos, por poco al menos.

Su corazón saltó al verla removerse entreabriendo los ojos y se enderezó aún más esperando pacientemente a que despertara. Le tomó un par de minutos que sus ojos se concentraran en algo, se despabilara del profundo sueño que ofrecían los sedantes, solo haciendo un mínimo movimiento de cabeza girándose a él, frunciendo el ceño en un esfuerzo de reconocerlo.

- Esta vez me temo que no he sido yo el que ha causado esto.-se lamentó. Aunque no estaba de ánimo para hacer bromas, esperaba que la animara un poco.

- ¿dónde estamos? – preguntó con la voz rasposa cerrando los ojos un momento y haciendo una mueca por el dolor.

- Volvimos a nuestra base. No te imaginarás con cuanto sacrificio. Tuvimos que dividirnos en dos grupos y enviarlas a ustedes con una escolta adelante. Pero ya estamos todos aquí. Ha pasado un día entero desde que volvimos. –explicó, esperando que no fuera mucho más de lo que pudiera soportar. Buscó alrededor hasta encontrar una botella con agua y le dio un poco de beber con cuidado.

- Scar...- hizo hincapié de preguntar pero parecía costarle hablar.

- Inconsciente pero viva. Mells la ha estabilizado. Estamos ya en el día seis. Esperamos por una extracción en cualquier momento.

- ¿Qué tan mal estoy? – esta vez se quejó en voz alta dando seña de lo mal que se encontraba.

- Viva. Confórmate con eso. Mells no puede tratar las cuatro costillas astilladas que tienes desde aquí pero, y esto es entre tú y yo.-Me doblé hasta acercarme y saqué de mi bolsillo para que viera la cápsula redonda en mi mano.

- Ya no tienes que preocuparte de golpes de dolor. Se ha roto dentro y lo hemos retirado. No ha sido tan limpio como querríamos pero al menos es algo menos.

Esperé a que contestará a ello pero permaneció con los ojos cerrados y el rostro contraído del dolor así que preferí guardar silencio sin querer seguir importunándola. Me puse de pie haciéndome a un lado para retirarme cuando la volví a escuchar hablar.

- Gracias.-masculló en voz baja.- Sácanos de aquí antes que nos encuentren pero si lo hacen deshazte de la llave y lo que has conseguido. No dejes que lo recuperen.

Eso me dejó en una pieza y me gire a verla. - ¿por qué?

- Te lo explicaré. Pero no hoy. –masculló antes de cerrar los ojos y no volverlos a abrir. Era una señal de que había tenido todo lo que podía de ella.

Respiré profundo una vez más y salí de la habitación para dejarla descansar. Un privilegio que sólo Isak, Scar y ella habían tenido.

El resto no había pegado el ojo más que un par de horas hace dos días. Y empezaba a repercutir en su propio cuerpo luego de llevar al límite tanto sus músculos, al ayudar a transportar a los Rousker, como a su cerebro para evitar que la ola enorme que los perseguía los atrapara. Se sintió como si empujara contra un muro de granito contra corriente todo el tiempo pero lo había logrado. Habían vuelto a tiempo. Al menos para casi todos.

Subió las escaleras y se dejó deslumbrar por el sol del mediodía. Era tan fuerte que tuvo que esperar unos segundos antes de continuar y avanzar hasta Valery situada en una esquina del edificio registrando el área por la mirilla de su arma en busca de amenazas.

- ¿Hay algo? - Le preguntó dirigiendo una mirada a donde estaba viendo. Al Norte de donde habían dejado aparcado la nave ahora rodeada de Rousker.

- Una docena se acercan. Han encontrado el auto y pronto a nosotros.

Bien, esa no eran las noticias que quería recibir.

Les había contado parte de la historia, haciéndoles creer que encontraron una pequeña base de los Smooker aquí y que ellos les habían disparado para deshacerse de ellos, de esa manera tendría mucho más sentido lo de la nave y él porque habían quitado las vías hacia el otro edificio, puesto más seguridad alrededor del edificio donde estaban y a Jordan y Valery para que montaran guardia toda la noche.

Temió por que los atacaran de noche, ahora temía no poder salir de aquí a tiempo de que los encontraran.

- ¿Puedes dispararle desde aquí?

- Podría. Pero no le daría a todos y les daría mi ubicación exacta. Los retrasaré cuanto pueda. Tú ve abajo e infórmale a Mark que apure nuestra extracción y que traiga a las bestias a cubierta.

- Bien. – dijo empezando a retirarse pero se lo pensó mejor- ¿puedes con ellos tu sola?

Ella levantó la miraba para verlo con el ceño fruncido tal vez por el sol o por el apenas par de horas de sueño que había tenido.

- Yo puedo. ¿Tú harás algo más que llorarle a la Scrott? - Enarcó una ceja obstinada.

Estuvo a punto de mandarla al diablo pero se lo pensó mejor, giró sobre sus talones y se fue de regreso. Bajó dos tramos, dobló una esquina y encontró a Mells cuidando a dos de los más grave enfermos. Scar tenía dos vías en el brazo derecho una de ellas con sangre que le había donado Kaer ya que eran del mismo tipo y otra con medicina, además de una máquina de oxígeno.

El cuidado de Isak era muy precario, no había mucho que se pudiera hacer por él. Había pasado de la fiebre a las convulsiones y la falta de aliento. El veneno se filtró rápido a su sangre destruyendo todas sus células Smooker y rompiendo con su sistema inmune. A palabras de Mells, las tres inyecciones que le habían puesto había retrasado lo peor pero había tenido que recurrir a amputarle el brazo mordido y colocarle bolsas térmicas para preservar su temperatura mientras Mells lo trataba lo mejor que podía pero ni así tenía buena pinta.

Parecía haberse encogido y perdido color casi como otra persona hubiera ocupado su lugar. Pero a palabras de Mells mientras no avanzará al cerebro y lo matará todavía había solución

Se acercó desde el portal de la puerta hasta Mells quien chequeaba sus latidos.copy right hot novel pub

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