LILLIE
Me despierto con el tono de mi celular. Alargó el brazo hacia la mesita y a tientas lo tomo, y respondo a la llamada sin mirar quién era. Aún estaba abriendo los ojos.
— Diga — respondo.
— Buen día, mi bella durmiente — la voz de Dante suena en la bocina. Rápidamente me siento y abro los ojos de golpe — ¿Te desperté? — pregunta.
Qué vergüenza, creerá que soy una floja, miro la hora en el reloj de mi mesita de noche y veo que son las nueve de la mañana.
— No, ya estaba despierta — intento no oírme adormilada por recién despertarme — ¿Pasa algo? — pregunte, quería disimular la emoción por su llamada.
— Solo quería escuchar tu voz — dice — Y saber como estabas, pero no tengo mucho tiempo. Y no debo llamarte a cualquier teléfono.
No entendía porque no debía llamarme a cualquier teléfono o celular, pero como no tenía tiempo, no iba a preguntarle eso en este momento. Mejor aprovecho para escuchar su voz que me hacía poner nerviosa cada vez que hablaba. Escuchándolo decirme cosas bonitas o cosas perversas, como a él le gustaba hacerlo.
— ¿Entonces ni siquiera puedes enviarme un mensaje?
Pregunte para saber si esa era la razón de porque no se había comunicado conmigo.
— Tampoco. Envíe a Franco a que te llevara un nuevo celular, ese aparato solo tendrá mi número y el de Iván, por cualquier emergencia — dice, su tono es muy serio — Sí por cualquier razón no llego a responder, le puedes escribir o llamar a él, siempre estará disponible, él ya está al tanto.— prosigue — También te lleva otras cosas más. Ya debe estar fuera de tu casa. Sal a ver. Finalizare la llamada.
Y con eso cuelga, no me dejo decir ni una sola palabra, hablo tan rápido que ni siquiera un minuto paso.
Tomo mi bata de dormir y la ajusto a mi cuerpo. Voy al baño y lavo mi cara y mis dientes, después de checar si el tal Franco está afuera, regresaré a darme un baño rápido para ir al hospital. Hoy no tengo clases hasta después de medio día, así que tengo tiempo para pasar a ver a mamá y llevarle algo de comer a Alex.
Voy a la entrada y abro la puerta, doy un brinco del susto al ver al tipo malote de Franco, ese hombre que aún traigo atravesado por la primera vez que interfirió en mi camino. Se que no es culpa de él, sino de su jefe, solo obedece órdenes, pero aún seguía molesta por ello.
— Señorita Watson — dice con tanta formalidad y seriedad. — El jefe pidió que se le entregara esto — extiende sus dos manos con dos bolsas grandes de papel negro.
Frunzo los labios, no había dicho que solo era un celular. ¿Para que tanta bolsa?
Tomo las bolsas y le agradezco, en cuanto lo hago, el tipo sale muy rápido de mi vista, había desaparecido como por arte de magia.copy right hot novel pub