DANTE
— Es diferente.. ella pronto será la señora Mancini, dueña de esta casa y jefa tuya — le doy con el puño cerrado en el hombro.
— Y por lo visto también dueña del Diablo — se burla mientras se carcajea.
Maldito.
— Sí búrlate todo lo que quieras, pero más adelante ella te mandará — ahora soy yo el que me burlo y sonrío.
Su estúpida sonrisa se borra y me ve mal.
— Eres un maldito — masculle — Ahora tendré que recibir órdenes de una mujer. ¿Y qué, de rato vendrán los diablillos? — intenta recuperarse con eso, mientras me vuelve atacar.
Niego con la cabeza.
— Sabes bien lo que pienso sobre ello.
— ¿Y entonces por qué no te cuidas? — me reprende — En una de esas te dará una sorpresa, y esa si será una, no como la noticia de Tamara.
— No creo que eso sea posible. Cuando la vuelva a ver lo hablaré muy bien con ella, quizás ella comience a tomar unas putas pastillas, esas pendejas que toman las mujeres para no salir de encargo.
— ¿Entonces no va a ver diablitos? — intenta fingir que le entristece.
— Ya sabes, y no, no he cambiado de opinión. El casarme no significa que quiera o piense tener hijos. — digo, él sabía bien de ello, pero si tenía pensado pedirle matrimonio a Lilli, tenía que dejarle en claro ese asunto — Solo la quiero a ella, un hijo no está en mis planes, no pienso traer uno al mundo y arriesgarlo. No quiero que viva en mi infierno y herede el mismo destino que me tocó a mí.
Esos eran mis miedos, quizás en el fondo, pero muy en el fondo si quería un heredero, un León o como dice Iván un diablillo, que trajera mi sangre, y que mejor un hijo de mi hermosa fiera. Pero ya había decidido en no tener ninguno, en mis planes no estaba ser padre, ni a futuro, ni nunca. No quería correr el riesgo de que saliera embarazada, por esa razón tenía que hablarlo con ella, y llegar a un arreglo en ese asunto, se siguiera tomando algo, no se llevarla con algún médico o yo que se, para así seguir teniendo un vida correcta y plena sexualmente, sin ningún inconveniente.
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Los días pasaron y llegó el día que viajó hacía Marruecos. Iván no me acompañara, soFraEnzo, Franco y sus hombres.
Iván insistió en que debía ir, pero le dije que lo necesitaba más en Italia y en Nueva York.
Leo se quedaría en Italia arreglando unos cargamentos que le pedí que enviara y organizara hacia Asía.copy right hot novel pub