DANTE
Sabía que este no era el lugar adecuado para darme placer, tenía que irme a mi habitación, así que le pedí que no cortara la llamada, quería escuchar su voz mientras me masturbaba y me corría en mi mano mientras me la imaginaba. No me quedaba de otra.
Me marché sin decir nada, y la verdad a estas alturas, a como me encontraba, no creo que era apropiado hacerlo.
Ya en la habitación comienzo a quitarme los zapatos con torpeza y la camisa, después desabrocho mi pantalón y lo bajo un poco mientras me dejo caer en la cama y acomoda mi cabeza en la cabecera.
Tomo a mi pene con una sola mano y comienzo hacer mi labor para bajarme lo que ella provocó en mí.
— ¿Quieres escucharme mientras me masturbo? — pregunte, mientras lo acariciaba. — Imaginare que eres tu la que lo haces.
Su respiración ya se había tranquilizado un poco, pero comenzó a jadear cuando le hice la pregunta.
— Sí quiero… escucharte — vuelve a titubear. — Quiero que… imagines con mi voz que estoy allí contigo… y que soy yo la que lo hace.
Sus palabras hicieron que mi mano se moviera con más velocidad, mientras suelto un gruñido de excitación.
— Cerrare los ojos para imaginar que es tu deliciosa boquita la que lo hace, como si estuvieras follando.. mi falo con esos deliciosos labios.. que me vuelven loco.. — jadeo.
Me encantaba imaginarla y más de esas formas. Aunque por este momento solo me conformaba con su voz, todo yo estaba ansioso y hambriento por devorarla por completo.
Ella siguió hablando y diciendo unas cosas que hicieron que me prendiera más y así poder lograr correrme y soltar de mi boca un gruñido junto con su nombre. Nunca le había dicho, pero es que ahora mi deseo por ella era mucho más grande.
Puedo decir que casi no dormimos, por tener sexo por teléfono. Lo volvimos a repetir pero esta vez juntos. Me encontraba exhausto, no por el ajetreo que no hubo, sino por las veces que me corrí y por dormir tan pocas horas. Se que mañana en la mañana pagaré factura de mi desveló de esta noche. Pero me valía mierda si no podía lograr estar al cien y muy bien de pie temprano.
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Definitivamente estaba pagado por a verme dormido tarde y a ver tomado mucho anoche. Eran las seis de la mañana, y solo había dormido dos hora. Pero eso no era lo que más me afectara, sino el alcohol, la maldita cruda. Sentía como si me taladraban la cabeza. Me irritaba la voz de Enzo, por esa razón lo envié en la otra camioneta.
Íbamos de regreso al aeropuerto, en cinco todoterreno. Iban mis hombres y los de Muhammad ayudándome a escoltarnos hasta el avión. Antes de marcharme le agradecí por todo y por no haber dicho nada de anoche que me marche sin decirles nada.copy right hot novel pub