En este momento, las nubes en forma de llama teñían todo el cielo de rojo, bonito como un cuadro.
Lydia tenía la cabeza baja y el pelo desordenado. El costoso traje parecía grueso por encima de sus hombros, ligeramente frágiles, y tenía un aspecto apacible con la cara hacia abajo.
—¿Deberíamos... deberíamos volver ahora? —Se mordió el labio.
No quería quedarse aquí más tiempo. El mero hecho de estar aquí le traía a la mente la cara de Ismael. Eduardo asintió y llamó al conductor, abriendo activamente la puerta para Lydia, que se quedó sorprendida por un instante.
Eduardo ya tenía la nariz en el aire, ¿no?
¿Acaso estaba saliendo el sol por el oeste para que él le abriera la puerta del coche? Aun así, Lydia sabía que probablemente él tenía miedo de que ella siguiera empapada del miedo de entonces, y sus ojos ardían mientras se metía dentro.
El coche avanzó por la autopista. Tal vez fuera porque Eduardo estaba a su lado, pero su corazón apretado se estabilizó lentamente y se calmó.
—Nos vamos a casa —dijo Eduardo.
—Eduardo... ¿cómo sabías que me habían traído aquí? —dijo Lydia, ladeando la cabeza. En aquel entonces, cuando Ismael había abusado de ella, pensó que encontraría su fin aquí.
—¿Hay algo que no sepa? —preguntó Eduardo.copy right hot novel pub