Eduardo miró a Lydia.
—¿Te da vergüenza ser la señora León al venir así vestida?
—No, claro que no.
Lydia sabía cuál era su prioridad y dijo, —He oído que hay muchas mujeres hermosas en la empresa que les gustas, temo que me maten con la mirada.
Eso era un cumplido a Eduardo.
Pero Eduardo había oído decir demasiado este tipo de halagos, y se limitó a levantar los ojos. Miró a Lidia y dijo con frialdad, —Cambia estas cosas, y la próxima vez, si sigues vestida así, no se cumplirá nuestro acuerdo. Por cierto, tienes que traerme comida al menos un mes antes de que te lleve a verle.
—¿Un mes?
—¿Qué, tienes un problema con eso?
—No…
Lydia se rio y luego recogió los platos con mucha pulcritud. Parecía que no podía ganar nada de Eduardo. Tenía que pensar en otra cosa.
Con esto en mente, Lydia recogió más rápidamente, y Eduardo estaba de un poco de mal humor al ver su rapidez.
«¿Tantas ganas tiene de alejarse de mí?»
De repente llamaron a la puerta y Lydia miró inmediatamente con alarma a Eduardo, cuya cara no cambió. Lydia hizo una mueca.
—¿Me escondo?
—No.
Eduardo pareció no estar contento con su comentario y dijo con frialdad hacia el exterior, —Pasa.
Miranda entró con una taza de café molido a mano y enseguida vio a Lydia de pie junto a la mesita. Al ver los platos vacíos de su mano, su sonrisa se congeló durante un instante, pero en seguida se recuperó.
—Presidente, su café.
Eduardo tenía la costumbre de tomar café después de comer, por un lado para mantener su productividad y por otro por costumbre.
Eduardo asintió con la cabeza y Miranda le llevó inmediatamente el café con orgullo. Pero antes de que Eduardo pudiera cogerlo, Lydia ya se había acercado con el ceño fruncido.copy right hot novel pub