Modo oscuro
Idioma arrow_icon

Tormenta de antaño

Capítulo 26 (Parte V): Posesión.

Con el espíritu agitado caminé a paso pesado hasta mi habitación. Abrí la gaveta de mi mesita auxiliar de un tirón, metí mi mano dentro y saqué mi libro de realidades.

Se supone que él me mostraría cualquier pasado o presente inmediato, así que, si mis historias sobre la guardiana y la hija de la oscuridad eran reales, estaban en el pasado.

Tomé el libro en mis manos abiertas y aspiré lentamente, pidiendo ver los detalles de la noche en la que mi madre fue condenada, a ojos cerrados.

Cuando los abrí, las hojas ya pasaban una tras otra a toda velocidad mostrando imágenes mas claras poco a poco.

Lo sobrenatural parecía no tener buena resolución.

La imagen mostró para empezar un cementerio, pero no era el cementerio de Andhakära donde papá descubrió a mamá, puede que solo estuviera allí un par de horas, pero podría reconocerlo, y este no lo era.

El halo de la luna se extendió hasta el centro del cementerio, la neblina cubrió el suelo y se arremolinó alrededor del halo de luz. Una luz se proyectó, cuando esta hubo desaparecido, una chica de puntillas sobre una lapida se reveló.

La reconocí inmediatamente.

Era ella.

Era yo.

Llevaba los labios negros y resquebrajados, el cabello enmarañado, extremadamente largo y negro.

Incluso tenía un doloroso camino de lágrimas marcados bajo los ojos, sobre sus mejillas. Sus ojos, mis ojos, se miraban torturados.

Ella se hallaba torturada.

La chica saltó de la lapida y caminó entre la neblina hasta un bulto de tierra recién removida, cualquiera podría concluir que habían enterrado a alguien allí hace poco.

Quizá ese mismo día.

La miré inclinarse al suelo y tocar la tierra con devoción y adoración.

―No es la nuestra ―le escuché decir, incluso di un respingo tras oírla, no esperaba el audio.

Subestimé el cachivache de antaño.

Ella miró su mano izquierda, como si en esta tomara algo, luego, con su mano derecha, dibujó un torbellino de neblina similar al que la envolvió al transformarse, y de este apareció una rosa negra en su mano. Con la misma añoranza que tocó la tierra depositó la rosa sobre ella.

Pero no se levantó de allí inmediatamente, solo se posó de rodillas sobre su mismo lugar durante largo rato.

―Debes continuar, ―se escuchó una voz a su lado, y ella volteó su rostro hacia el lugar correcto.

El gato.

¡El gato hablaba!

¿Por qué me extrañaba?

―Visitante, ―la guardiana sonrió y bajó su cabeza ligeramente en un gesto de respeto hacia él.

¿Jinx era mi visitante?

Papá fue el visitante de mamá.

Repentinamente, la joya del cuello de la guardiana se iluminó, incluso flotó de sobre su traje a la altura de su barbilla.

―Es novedad, ―comentó ella de manera ignorante.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio