Modo oscuro
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Tormenta de antaño

Capitulo 2: La Universidad.

― ¿Por qué una universidad en Essen? ¿Por qué no en Dusseldorf donde podía regresar a casa cada noche? ¿Por qué no un apartamento para mi sola? ¿Por qué una residencia de estudiantes? ―pregunté mientras me abría paso en los pasillos del edificio de las habitaciones para las chicas en el campus, papá venía pisándome los talones con dos cajas en sus brazos y yo jalaba un par de maletas.

―No son en lo absoluto padres normales, ¿saben? ―proseguí― Otros padres están deseando que sus hijas se queden en casa, dónde puedan vigilar su entrada y salida cada mañana y noche. Dónde puedan gritarles y decirles: “Eres mayor de edad; pero mientras vivas bajo mi techo sigues mis reglas” ―imité la voz de papá; lo escuché reír a mis espaldas.

Podía imaginar su sonrisa mientras caminaba, como se arrugaba su perfilada nariz y se le marcaba ese particular hoyuelo con la sonrisa.

No podía perdérmelo. Tuve que mirar sobre mi hombro y verlo por mí misma.

¡Es tan guapo!

Estaría eternamente enamorada de mi padre.

―Ten cuidado adelante ―me advirtió, muchas chicas iban y venían cargando sus cosas.

Ah, y si.

Las malditas perras no dejaban de mirar a mi padre.

―Mi punto es ―continué―. Sabes que habrá muchas fiestas desenfrenadas, chicos calenturientos queriendo sexo, chicas buscando nuevas experiencias, drogas y todo el asunto. ¿Verdad? En casa podrían protegerme de todo esto.

―Se que sabrás como manejarlo ―dijo, mientras cruzábamos la puerta de la habitación que compartiría.

Suspiré, esta era una batalla que no ganaría.

Ya me había resignado; pero jamás sobraba intentar.

Dejé la maleta caer sobre la cama, colchón nuevo, gracias a Dios. Lo menos que querría es reciclar un colchón lleno de fluidos vaginales y seminales de quien sabe cuantas personas a lo largo de los años.

Papá colocó las cajas sobre el escritorio del lado de la cama en la que había puesto mis cosas; mientras tanto, visualicé el que sería mi hogar por el resto de…

No duraría mucho, siendo honesta.

Dos camas contra la pared, dos libreros, dos escritorios con silla de madera que haría que mi espalda gritara de dolor. Dos cajoneras y un armario.

No era el paraíso, quizá un poco mas grande que mi habitación, definitivamente mucho mas grande de lo que imaginé.

Alfombra en el piso, paredes recién pintadas de rosa.

¿Por qué concluían que por ser chicas nos gustaría el rosa?

Bufé, tomando la hoja de guía que me habían dado.

Mi compañera de dormitorio sería Ángeles Hernández, sonaba muy latino.

Como la tía Naomy.

Me dejé caer sentada en la cama, estaba dura, eso me quitaría el sueño varias noches.

¿Por qué no podía simplemente estar en casa, en mi habitación?

Papá se sentó a mi lado, dejando su mano en mi rodilla y me miró con una media sonrisa y ojos tristes.

¡Sentimentalismo a las doce en punto!

―Desearía que te quedaras en casa por siempre, lo sabes ―dijo y yo asentí.

Suspiró, miró la pared frente a nosotros y recorrió la habitación con la mirada.

―Nos preocupamos por ti Hënë, se que intentar ser una persona normal luego de lo de la guardiana es difícil para ti, jamás has logrado encajar; pero no es que seas una marginada, eres una Shäfer, lo digo por Josie, Gareth no ayuda para nada en esa perspectiva ―sonrió―. Eres igual a tu madre, sabes imponerte, convencer al mundo de que el aire no se respira, se come. Puedes conducir un ejercito con la punta de tu pulgar, darte a conocer.

―Pero no lo hago ―le dije y él asintió, mis aptitudes eran reveladas únicamente en casa.

Con Josh, Chiara, Percy y los mellizos.

Sin embargo, jamás salía, ni trabajaba con el mundo exterior, aparte de la gente que conocía de toda la vida en la empresa de papá y en la de mamá. Estar allí era como estar en casa.copy right hot novel pub

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