…Narra Sebastían…
Hoy cuando desperté pensé que sería un día normal, todo marchaba con naturalidad e incluso sentí ganas de molestar a mi esposo quien dormía plácidamente a mi lado, aunque cuando pensé hacer mi travesura, nuestra adorada niña abrió la puerta de nuestra habitación.
Ella chilló un "¡Papi tengo hambre!" que sin duda logró despertar a Víctor volviendo mi plan un total fracaso, obviamente fingí que no planeaba hacer nada, simplemente sonreí y le di indicaciones a mi pequeña para que se alistara antes de desayunar.
Ella tiene cinco años, por lo que corrió de regreso a su habitación con tal de alistarse obedientemente, incluso sabía que elegiría su atuendo sin mayor inconveniente, por ende, me levanté y me alisté antes de encaminarme a su habitación para chequear que estuviese lista.
Isabel estaba saliendo del baño con una pequeña bata de color blanco que tenía orejas de conejo, por lo que tras verme rápidamente me pidió ayuda para elegir su ropa.
–Papi, ¿Cuál te gusta más? –me preguntó poniendo su atuendo sobre la cama– ¿el vestido o el pantalón? –añadió.
–¿Con cuál debo peinarte? –pregunté.
–Con el vestido– me respondió.
–Entonces el pantalón– respondí.
–Pero papi no sería un peinado muy complicado, solo tendrías que tomarlo así– dijo tomando su cabello queriendo hacerme una demostración– luego así...–añadió– y mi cabello debe quedar con la forma de un moño.
Yo la miré de forma fija, no sé qué idea tenía en la cabeza, pero definitivamente no sabía cómo peinarla, por ello me pidió mi móvil, pero como no lo tenía encima ella corrió hacia mi habitación y me mostró una imagen a través del móvil de Víctor.
A decir verdad, no sé si mi hija me está molestando o si en realidad tiene mucha confianza en mis habilidades para peinarla, ya que por más que miraba la imagen, no sabía cómo hacer lo que me pedía.
–¿Y si mejor le preguntamos a papá? –le sugerí.
–Está bien– accedió encaminándose para buscarlo.
Víctor había bajado para preparar el desayuno, por ello nos encaminamos a la escalera y mi pequeña mantenía el móvil de Víctor entre sus pequeñas manos hasta que se le resbaló y ambos observamos como caía por las escaleras.
–Oh...–soltó Isabel mirándome rápidamente.
Yo la miré de regreso y no pude evitar reírme, literalmente es la segunda vez que rompe el móvil de Víctor, por lo mismo tiene prohibido tomar el mío y se supone que tampoco debe tomar el de Víctor, sin embargo, sabe que él se enfadará menos en caso de que se destroce.
Cuando lo tomé, la pantalla estaba completamente destrozada y era de esperarse que tuviera más daño que el último, ya que no tenía ninguna protección, es un móvil nuevo que acaba de comprar hace cuatro días.
Al momento de entrar a la cocina, hablé con naturalidad preguntándole si podía peinar a nuestra hija, por ende, cuando me preguntó qué debía hacer, le entregué su móvil y este rápidamente se quedó totalmente enmudecido, mientras que nuestra pequeña se ocultaba detrás de mí.
–Isabel– la nombró.
–Fue un accidente...–habló ella con cierta timidez.
–Hija, te dije que no tomaras mi teléfono–la regañaba.
–Sólo quería mostrarle el peinado a papá– se trataba de defender.
–¿Y por qué no tomaste el suyo? –le preguntó.
–Papá me mataría– respondió.
–¿Y yo no? –la cuestionó.
–No...– respondió con una sonrisa un tanto preocupada por la reacción que podría tener Víctor.
–Muy bien, decidido, pantalón será– hablé cambiando de tema.
–¿Y mi teléfono? –preguntó Víctor casi queriendo regañarme.
–Hija, ¿Qué te parece si más tarde tenemos una cita? –le pregunté viendo la emoción en su rostro– así le compramos un nuevo teléfono a papá ¿quieres?
–¡Sí! –dijo con emoción.
–¿Puedo ir? –preguntó Víctor.
–No– dijimos al mismo tiempo.
–Debes trabajar– agregó Isabel.
–Pero...–intentó convencernos, pero nos alejamos con tal de darle a entender que no puede faltar otra vez al trabajo.
Adoro salir con mi pequeña, por ello como teníamos una excusa para salir de compras, me aseguraría de salir temprano de mi trabajo con tal de recogerla del colegio.
El día transcurría con normalidad, luego de llevarla al colegio me fui al restaurante con tal de trabajar, sin embargo, a eso de las once de la mañana mi hermano me llamó queriendo verme.
Su voz sonaba triste, sin duda sabía que debía presentarme frente a él con tal de darle apoyo a pesar de no saber por qué su voz sonaba quebrada. No entendía que ocurría, pero sin duda podía hacerme una idea de la situación.
Conduje hasta su casa con cierta velocidad, entendía completamente el hecho de que ahora mismo necesitaba a alguien con quien hablar, por ello no me sorprendió verlo sentado en el sofá en forma de bolita mientras abrazaba sus piernas.copy right hot novel pub