—¿Tienes trabajo?
—Así es.
—¿Puedo ayudarte?
—¡Claro que puedes!
—¿Y qué hago?
—Quítate la ropa Dafne.
Trago con dificultad al escuchar esas cuatro palabras, los ojos de Jared estan puestos en mi, mi respiración se acelera. Lo veo sonreír mientras alza una ceja divertido.
—Si de verdad fuera trabajo no te contrataría por nada del mundo, ni siquiera estás respirando.
Parpadeo y tomo aire, él esta a punto de levantarse pero lo detengo.
—Debes aprender a ser paciente. –digo.
Jared se acomoda nuevamente en el sofá y tomo valor para hacer esto. Ya me ha visto desnuda pero eso no quiere decir que no sienta algo de timidez. Tomo mi blusa y sin pensarlo mucho la levanto dejando al descubierto mis senos, los ojos de Jared estan puestos en mi, se quita por completo la corbata.
Camino hasta la parte trasera del sofá seguida por la mirada de Jared, me pongo detrás de él y me acerco a su oído.
—El trabajo en equipo es mejor.
–susurro.
Quito el diminuto short y lo dejo caer justo frente a él quedando completamente desnuda. Jared se levanta del sofá y me mira, camino por el lugar como si estuviera modelando en una pasarela, él no despega sus ojos de mi.
Camino en dirección a la habitación y antes de entrar me detengo.
—¿Inicio sin ti?
Jared sonríe y niega con la cabeza, camina hasta donde me encuentro y me carga a su cuerpo como anteriormente lo hizo.
—El trabajo en equipo es mejor.
–concede.
Entramos a la habitación y una vez ahí todo cambia, esta vez no siento miedo de mañana. Ahora todo esta claro, y aunque mañana no sea mi miedo, el futuro lo es.
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Nos besamos lento y pausado, Jared acaricia mi espalda con sus dedos de manera suave, mi cabeza descansa en su pecho.
—Eres muy bonita Dafne.
—Lo sé, es genial.
—Y modesta también. –se burla.
—Me gustas Jared, mucho.
—Tú me gustas a mi. Desde ese día en el bar, supe que no eras una chica más.
—¿Qué pensaste de mi?
—Primero que nada, que eres cruel cuando te lo propones. –ríe–. Segundo, que no eres una chica que cae tan facil con palabrería, y que tienes ese algo entre sarcasmo, dulzura e inteligencia.
—Olvidaste decir que soy bonita, dilo.
—Oh, lo siento. Eres muy bonita también. –concede.
—Y te faltó modesta.
Jared ríe fuertemente y siento como su cuerpo se mueve al compás de su risa.
—Eso y que eres demasiado mandona.
Llevo una mano dramáticamente a mi pecho fingiendo asombro.
—No soy mandona, me has herido el alma, Jared Krause. –digo con más drama.
—¿Qué debo hacer señorita Marín para ser disculpado por mi gran error?
—Hazme el amor otra vez. –digo mirándolo fijamente.
Jared por un momento no dice nada, acaricia mi cara despacio, sonríe de lado y besa mi frente.
—¿Dónde estabas hace veinte años?
—En una cuna.copy right hot novel pub