LUCIANA
Llegue hasta una mesa donde había una torre de copas, donde un joven le agregaba champagne desde la cima de ellas. Estaba arriba de unas escaleras para poder alcanzar. Que extraños son los ricos, pedir esas cosas en una fiesta era de locos para mí y más cuando seguí contemplando el lugar y vi una escultura de hielo, no le hallaba forma alguna, por más que la viera por no se cuanto tiempo, era raro.
Así que opté por mejor por una fuente de chocolate que se encontraba abajo de esa figura extraña y mis ojos brillaron en cuanto los clavé en las fresas que estaban servidas en charolas de cristal. Grandes y deliciosas se miraban, se me hizo agua la boca en cuanto las vi y sin perder más tiempo tome una y la bañe de ese líquido marrón y exquisito.
Estaba planteándome seriamente quedarme aquí toda la noche, no importaba que me rebosara de puras fresas y chocolate. Seguí comiendo si importarme las miradas de mal gusto de los que pasaban.
Que extraño, ¿era la única que comía freses o quizás eran alérgicos?, da igual, eran más para mí.
—Sí sigue comiendo así, mañana amanecerá con un problema estomacal —doy un brinco cuando escucho una voz conocida.
Giro para comprobar si se trataba de ese hombre misterioso y extraño. Y efectivamente así era cuando mis ojos se fijaron en su silueta. Venia vestido al igual de smoking pero a diferencia de Erick, el color era distinto, era completamente negro, tanto como su aura.
Rayos, ahora no podré quedarme comiendo fresas. Termino de pasarme el último bocado e intento moverme para alejarme de ese hombre. Pero él me detiene haciendo que sienta una rara sensación por su toque. Sentí un escalofrío que me hizo temblar de miedo. Pero aún así me armé de valor para poder hablar.
—Suelte por favor —no se como lo logre pero mi tono fue serio y firme.
Sin esperar más soltó brazo y sin dejar de verme volvió hablar.
—Solo dame un minuto —pidió.
¿Qué es lo que quiere este hombre?
—No tengo tiempo para escuchar sandeces sin sentido —solté molesta.
Este tal señor Robinson me ponía de malas y solo con su presencia ya lo detestaba. Después de todas esas tonterías que soltó de mi novio no pensaba volverle a escuchar y mucho menos a creer. Ya nada me había hacer dudar de él y menos un extraño.
—Se que es extraño creerle a un desconocido, y por esa razón le pedí a alguien que viniera conmigo para que te aclarara unas cosas. Ella sabe todo sobre tu noviecillo —dice lo ultimo de un modo despreciable y con un gesto.
¿Porque sigue insistiendo con lo mismo?
—No me interesa que tengan para despotricar sobre Erick, ni usted ni nadie me hará dudar de él.
No sé que esperaba o quería este hombre de mí, pero no me iba a quedar a escucharlo.
Debía alejarme lo antes posible de este entorno tóxico. Retrocedí para irme pero mi acción fue impedida por la mesa donde estaban las fresas, no recordaba que estaba detrás de mí. Fijo la mirada en la persona que se viene acercando hasta nosotros.
No puede ser cierto, esa mujer.. es..
—Quién iba a decir que llegarías hasta aquí —dice la mujer rubia mientras me estudia con sus ojos verdes claros, esos que me recordaban a alguien especial —Te creía más inteligente.
Silvia, la madre de Elián, estaba frente a mí. Mis ojos se abrieron más cuando su brazo se enredó en el del hombre extraño. Ahora estaba entendido, estos dos eran tal para cuál, solo una cosa me quedo en claro, ellos estaban buscando ensuciar el nombre de mi novio. Y eso no se los iba a permitir.
—No estamos aquí para eso —la reprendió su acompañante —Debes ser un poco más sutil.copy right hot novel pub