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¡Vuelve conmigo,mi cariño!

Capítulo 233: Si se quedara embarazada sería difícil mantenerlo

Cuando Cynthia estaba subiendo a la colina, Asher ya había regresado. En el patio había dos mesas hechas de madera maciza y encima de ellas había una variedad de tallas de madera.

Álex al verlas, soltó la mano de Carmen y se acercó, cogió una paloma tallada de madera. Las patas y los ojos de paloma eran móviles, y sus plumas estaban cuidadosamente talladas como si tuviera vida.

—Vaya, es la primera vez que veo una talla de madera.

A todos los niños les encantaba este tipo de juguetes, pero Alessia estaba mucho más tranquila, no le atraían estos juguetes, ya que a ella sólo le gustaban la comida y los peluches.

Asher no se había casado en su vida, estaba aquí desde que Carmen se casó con la familia Paramés, y pasaba su tiempo tallando tallas de madera, y todas esas tallas de madera fueron talladas por él mismo. Había transcurrido mucho tiempo desde el aprendizaje a la maestría. Ahora Asher podía tallar cualquier animal y les daba vida a sus obras. Todas sus tallas estaban tan bien hechas como si tuvieran vida.

Álex estaba tan deslumbrado por todas esas tallas de madera, a él le parecían todas muy lindas y vívidas, y cogía cada una para verla bien.

Asher al ver que Álex estaba contento, se rio.

—¿Qué tiene de divertido eso?

Alessia hizo un mohín, parecía que todas esas tallas de madera eran preparadas para su hermano y ella no tenía nada.

La niña estaba descontenta.

Cynthia acarició el pelo de su hija y miró a Carmen:

—A esa niña le encanta compararse con su hermano.

Carmen se rio, pensando que era la naturaleza de los niños, eran inocentes, vivaces y despreocupados.

—Ay, ¿Alessia está celosa de su hermano?

Asher bromeó, con el rostro lleno de risas, las arrugas en las esquinas de sus ojos se profundizaron, pero seguía siendo amable.

Alessia hizo un mohín con sus labios rosados:

—Tú tienes todas esas cosas divertidas para mi hermano y yo no tengo ninguna.

—¿Y qué te gusta?

Preguntó Asher.

Alessia ladeó la cabeza pensando:

—Me gusta el pudín, el pastel de judía azuki, el chocolate con sabor a melón…

Alessia dijo una larga lista de comida.

Cynthia se quedó sin palabras.

—Esta niña…

Cynthia sabía que su hija era amante de comida, pero no esperaba que su hija contestara a la pregunta de Asher sobre sus juguetes favoritos diciendo que le gustaba la comida.

—No tengo esas comidas de las que hablabas, pero…

Asher se acercó al sicomoro que crecía en el patio, las hojas eran exuberantes y de un amarillo pálido en esta época del año.

De las ramas colgaban dos cuerdas gruesas y había algo cubierto por una tela roja que colgaba debajo.

—Yo también tengo un juguete para Alessia, pero no sé si a Alessia le gustará.

La niña estaba muy emocionada y corrió rápidamente hacia Asher:

—¿Qué es? ¿Qué es? Quiero verlo.

—Levanta esta tela tú misma.

Asher estaba un poco nervioso, temía que a la niña no le gustara el regalo que había preparado con esmero.

Alessia agarró la tela roja y la tiró hacia abajo. La tela se cayó al suelo y debajo colgaba un gran ganso blanco hecho con madera, sus dos alas estaban atadas con cuerdas y su cuerpo fue excavado para dar lugar a un asiento con un respaldo.

—Quiero sentarme.

La niña lo agarró:

—El columpio de gran ganso blanco, nunca he montado en un columpio como éste.

Asher la ayudó a subir y Alessia se sentó en el asiento hecho de un material especial. Este gran ganso blanco lo había tallado de una enorme raíz de árbol, y lo había pintado de blanco.

No era nada especial, pero era algo que Asher lo había hecho con dedicación.

—El gran ganso blanco vuela.

El columpio se balanceó suavemente, como si el ganso blanco empezara a volar.

Alessia gritó de alegría mientras abrazaba al gran ganso blanco por el cuello y se sentaba sobre él volando hacia el cielo.

Cynthia y Carmen se sentaron en las sillas de mimbre, y en la mesa había una jarra de agua, todo era preparado por Asher.

Al ver a los dos niños felices, Carmen se puso contenta. Aquí no era como la ruidosa y ajetreada ciudad, había mucha naturaleza y la vida era tranquila en ese lugar.

Carmen miró a Cynthia:

—Mira qué felices están.copy right hot novel pub

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