—De momento no se lo diré a nadie.
Se refería a lo de que sabía producir la gasa de nube cantonés. También aplazaría el desfile tras el Año Nuevo.
No se daba por vencida, pero tenía que esperar una ocasión oportuna.
Si llevara a cabo lo del desfile sin tener en cuenta nada, solo situaría a Alain en un dilema.
Afortunadamente, todavía quedaba mucho tiempo.
El beso del hombre se deslizó hasta sus oídos, dijo en voz baja:
—Después de todo, no me lo quieres contar.
Le sudaba la frente y la nariz. Por dentro estaba dudando de si contarlo o no, su cuerpo no paraba de temblar.
Pero al final, decidió que no.
Henry llamó a las tres en punto diciendo que los arreglos estaban hechos, que Alain podía venir.
Cynthia estaba en la entrada colocando bien su escote y haciéndole el nudo de la corbata con seriedad y atención. Él la sujetó por la cintura.
—¿Qué hago? No me apetece ir.
Cynthia dijo:
—Si no te importa decepcionar a tus empleados, entonces no vayas.
Entre la gente de la empresa y sus sucursales había unos doscientos ejecutivos. Muchos de ellos ni siquiera tenían la oportunidad de verlo una vez al año, por eso no era apropiado de su parte que no apareciera en la fiesta de fin de año.
Alain tomó su barbilla y la miró con atención, sus dedos recorrieron sus labios.
—¿Esperarás a que vuelva?
Cynthia asintió.
—Claro.
—Intentaré volver lo antes posible.
Le dio un pico con gentileza, pero no le bastaba con eso, cuanto más besaba, más adicto se volvía, así que la abrazó para profundizar el beso.
Se oyó un sonido de alguien abriendo la puerta. Cynthia se apresuró a empujarlo y Alain la soltó.
Alejandro y Carmen entraron uno tras otro. Al ver a Alain bien vestido, Alejandro preguntó:
—¿Vas a salir?
—Sí, a la empresa.
Alain dijo unas pocas palabras.
Alejandro no le dijo nada al respecto, después de todo, hacía mucho que no se preocupaba por la empresa. La habilidad de Alain no necesitaba que dijera nada.
Cynthia sostuvo su abrigo, Alain estiró las manos para meterlas en las mangas. Luego sacudió los hombros. El abrigo de cachemira gris de alta calidad no llevaba ninguna arruga, el hombre lucía increíblemente hermoso.
Cynthia lo acompañó a la salida.
Como afuera hacía frío, Alain le dijo que entrara.
Al ver salir el coche del patio, Cynthia cerró la puerta y entró en la casa.
—¿Fuisteis a la casa de la familia Bezos?
Tan pronto como Cynthia se dio la vuelta, vio a Carmen parada detrás de ella.
Ella respondió con sinceridad:
—Sí.
—¿Se ha metido contigo?
—No, no sabía que yo soy la que aprendió la artesanía. Alain se hizo responsable de todo. Creo que tardará un tiempo en saber la verdad.copy right hot novel pub