Elisa lo miró.
—¿Con qué tipo de relación?
Gonzalo sonrió.
—¿Qué más puedes hacer además de una amante? No puedes tener hijos, tampoco tienes un cuerpo tan firme como las jovencitas, ¿te queda más opciones?
Elisa se quedó estupefacta ante la serie de preguntas retóricas de Gonzalo.
«Tiene razón, ya no soy joven, mi cuerpo destrozado ya no sirve de nada».
Ella miró a Gonzalo.
—Entonces, ¿por qué me buscas?
Gonzalo volvió a mirar hacia la esquina superior de la derecha y levantó la barbilla.
—Creo que alguien de ahí está interesado en ver la relación que tienes conmigo.
Elisa miró hacia arriba y vio que en un lugar discreto de la esquina había instalado una cámara. Sus ojos se abrieron bruscamente, en su mirada se podía captar miedo y duda, se preguntaba quién estaría allí.
Su corazón latía violentamente por temor.
—¿Me has tendido una trampa?
Gonzalo tenía las manos metidas en el bolsillo, tenía pinta de gamberro.
—¿Una trampa? Qué cosas dices, ¿acaso te obligué a hacer algo? ¿Quién se sentó en mi regazo nada más entrar? ¿Quién ha dicho que quiere estar conmigo a pesar de ser mi amante? ¿A eso lo llamas trampa? ¿Crees que vales la pena para que te tienda una trampa? Alégrate de que aún te queda una pizca de utilidad, tu momento más triste será cuando no tengas nada de utilidad.
Elisa no sabía dónde poner las manos, le brotaba sudor frío en las palmas, «¿Qué debo hacer? ¿Qué debería hacer ahora?».
Tenía muchas ganas de escapar.
Gonzalo miró a la mujer perdida sin piedad, le daba igual si la mujer había estado con él durante casi diez años.
En su opinión, las mujeres estaban para divertirse. Él ponía de su parte el dinero, mientras que las mujeres entregaban sus cuerpos.
De repente, Elisa salió corriendo de la habitación privada, fue a abrir una por una las puertas de todas las habitaciones, hasta que abrió la puerta de la habitación privada número dos y vio a Cristián sentado allí. La gran pantalla que había en la pared mostraba la escena de la habitación privada en la que estaba.
Empezó a temblarle todo el cuerpo, e incluso su voz se volvió ronca.
—Cristián, déjame explicártelo...
Cristián lentamente le dirigió la mirada. No tenía cabreo ni emociones incontrolables, solo estaba muy tranquilo, incluso él mismo se sentía extraño.
En realidad, era porque ya no amaba a esa mujer, por eso después de conocer su pasado, no se mostró airado, lo único que le molestaba era su engaño.
La mujer que había considerado inocente, en realidad no lo era, más bien era una maquinadora.
Pensó que era ridículo por no haberlo notado en absoluto.
—¿Qué piensas decir? ¿Que no me dejaste porque te gusta el dinero de ese rico? ¿Que no puedes tener hijos porque has abortado miles de veces?
—No, no...
Elisa se apresuró a entrar para agarrarlo del brazo.
—Cristián, escúchame, te quiero de verdad...
—¡¿Amarme es hacer de amante para otros hombres?!
Cristián la apartó, la miró con ojos sombríos.
—¿Por qué no me di cuenta de que eres tan maquinadora?
Elisa lo agarró llorando. En realidad, amaba a Cristián, pero su amor por Cristián no era tan importante como el dinero, por eso prefería el dinero.
Después, supo que con Gonzalo no llegaba a ninguna parte, además Gonzalo empezaba a cansarse de ella porque estaba cogiendo edad.copy right hot novel pub