Cuando el coche se detuvo, Cynthia vio claramente qué era la sombra oscura.
Se arrojó sobre el capó del auto, llorando y gritando.
Cynthia estaba un poco aturdida.
—¡Baja!
La mujer señaló a Cynthia. Su rostro era sombrío, como si fuera una bestia hambrienta.
Cynthia miró la mujer y rápidamente la reconoció. ¿No era la mujer arrogante de la guardería de ese día?
¿Por qué detendría su auto?
Pronto Cynthia lo supo. Sacó su teléfono móvil y revisó las últimas noticias. Por el video subido por Álex, se investigó al vicealcalde de la Ciudad B y descubrieron que…
Rápidamente hojeó la noticia. Corrupción, soborno, amantes…
Todo tipo de actos ilegales.
—Abre la puerta, puta.
No supo cuando la mujer corrió hacia la ventanilla del auto y golpeó con fuerza la ventana de vidrio. Trataba de romperla y coger a Cynthia.
Cynthia se calmó ante la locura de la mujer y llamó al 110.
La mujer vio la pantalla del teléfono de Cynthia y dijo:
—¡Jamás te dejaré en paz!
Después de hablar, la mujer salió corriendo.
Cynthia colgó y rápidamente arrancó el coche y se marchó.
De regreso a casa, Carmen estaba en el salón enseñando a Alessia a escribir. La niña tenía mucho talento. Nunca había ido a la guardería. Tenía una letra muy ordenada para ser la primera vez que escribía y aprendía con mucha rapidez.
Carmen estaba muy contenta. Cuando vio a Cynthia entrar por la puerta, la hizo un gesto con la mano.
—Ven aquí, rápido.
Cynthia dejó la llave y se acercó.
—Mira la letra de tu hija.
Dijo Carmen.
Cynthia se inclinó y vio en el cuaderno las palabras oro, madera, agua, fuego y tierra. Estaba claro y ordenado. La niña miró a Cynthia con ojos brillantes, esperando a que la elogiara.
Cynthia la frotó el pelo y le dio un beso en la frente.
—Mi hija eres la mejor y la más inteligente.
Con el elogio de Cynthia, Alessia escribió con más ganas.
Cynthia tiró de la camisa de Carmen y le susurró:
—Mamá, ven conmigo un momento.
Carmen asintió y le dijo en voz baja a su nieta:
—Sigue escribiendo, voy a cogerte un zumo,
La niña escribía con atención. Sin levantar la cabeza, respondió:
—Vale.
Carmen siguió a Cynthia adentro.
Cerró la puerta de la habitación y Cynthia dijo sin rodeos:
—En estos días, llévate a algunas personas contigo cuando salgas.
Si esa mujer apareció hoy, tal vez también aparecería mañana. Si no la veía, tal vez transferiría el resentimiento a los niños.
Tenía que tomar precauciones con anticipación.
De lo contrario, no se quedaría tranquila.
Carmen no sabía esto y preguntó:
—¿Pasa algo? ¿Es grave?
Cynthia dijo:
—¿No has visto las noticias últimamente?
Carmen negó con la cabeza. Desde que los dos niños vivían aquí, centró toda la atención en ellos.copy right hot novel pub