Luego los vería alguien.
Vega y otro sirviente, además Carmen y Alejandro, todos vivían en este edificio. Si se despertarían por la noche ...
Alain metió la cabeza en su cuello y no paraba de reírse:
—¿Entonces estaría bien, si volvemos a la habitación?
Cynthia quedó mirando a la sombra del árbol afuera a través de la ventana. Su visión era un poco borrosa, le dijo vale de modo sumamente impreciso, la voz era muy baja, pero Alain lo escuchó con mucha claridad.
La agarró por la cintura, la arrastró por el culo y la levantó del sofá. Cynthia enganchó su cuello y besó a sus labios.
Todas las lámparas estaban apagadas, solo se veía la luz de luna que entró por la ventana. Alain respondió a su beso mientras subió arriba con ella en su abrazo.
Él abrió la puerta de la habitación arriba, y Cynthia dijo racionalmente:
—Los dos niños todavía están abajo...
—Luego te bajo.
—Pero…
Sus dedos presionaron contra sus labios abiertos, y los dedos pasaron por sus labios suaves lentamente. Él estaba condescendiente, y la luz de la luna entró e iluminó la mitad de su rostro, y los dedos se deslizaron dentro de su ropa. Finalmente se quedaron parados sobre su corazón.
—Esto, solo puede pensar en mí.
Se agachó y su pecho estaba pegado al pecho de ella, sus brazos rodearon a su cintura, besó a su cabello y sus orejas, sus dedos desabrocharon su pijama flexiblemente.
Cynthia estaba temblando debajo de él.
Enfrentó a él, Cynthia nunca tenía la ventaja.
Incluso si ella hubiera tomado la iniciativa, siempre al final habría terminado pasivamente.
En ese sentido, siempre era muy dominante.
Más tarde, Cynthia estaba somnolienta y se sintió demasiada cansada hasta que ni siquiera sabía cuándo se quedó dormida, y ni sabía si Alain la llevó abajo o no. Por la medianoche escuchó que se abría la puerta. Tenía sed y estaba a punto de abrir la boca. Cuando abrió los ojos, inesperadamente descubrió que había una lámpara estaba encendida en la habitación. Bajo de la luz tenue, las sombras se balanceaban, y todo el mundo estaba silencioso.
Cynthia se frotó los ojos y vio claramente quién era este hombre.
—¿Por qué todavía te acuestas?
Alain dejó el móvil y se acercó:
—¿Estás despierta ya?
Cynthia frunció el ceño ligeramente:
—Tengo sed.
Él guardó silencio por un rato y le sirvió un vaso de agua. Sus pasos eran rápidos y con suavidad. Tenía miedo asustarla.copy right hot novel pub