No hubo respuesta por parte de Celia.

Eduardo puso el dedo en su nariz y suspiró de alivio al notar que seguía respirando.

Le tapó bien con el edredón, luego marcó el número de Paula, pero no estaba disponible.

«No hay forma de contactar con Paula, tampoco sé cómo había dejado a Celia así, ¿debo llevarla directamente al hospital?»

Un mensaje le llegó a Eduardo cuando se estaba preocupando.

—Sólo le di unos somníferos para que duerma bien, lleva días sin descansar.

La remitente era Paula, parecía haber adivinado que le iba a preguntar por la situación.

Eduardo suspiró y frunció el ceño mirando a Celia que seguía en la cama.

—¿Qué se supone que debo hacer contigo?

Eduardo acarició la mejilla de Celia, su piel era tan suave que le hizo adicto.

—No deberías estar en la Ciudad Sur, y mucho menos estar aquí.

Eduardo habló en voz baja, las emociones en sus ojos se volvieron muy complejas, estaba en una lucha interna. Su movimiento se paró, luego deslizó la mano desde la mejilla de Celia hasta su nuca antes de posarse en su clavícula.

—Ahora que has vuelto, no te vuelvas a ir, ¿vale?

Eduardo frotó sus ásperos dedos sobre la clavícula de Celia, pero al tocar el botón de su pijama, empezó a luchar de nuevo.

Celia dormía plácidamente bajo los efectos de las pastillas, sin saber que Eduardo estaba sentado junto a su cama.

Tuvo un sueño increíblemente agradable, donde volaba sobre el mar como un pájaro, capaz de ir y venir libremente. Estaba escuchando las olas, enfrentándose a la brisa marina y oliendo la sal del mar, todo era tan hermoso.

Estuvo volando durante mucho tiempo hasta que se encontró con un barco enorme. Celia se acercó curiosa, pero con cautela, de repente, se encontró con una enorme red que la envolvía y la dejaba atrapada.

Celia luchó, pero no pudo liberarse de la red.copy right hot novel pub