A Eduardo no le sorprendió demasiado ver a Celia despierta en mitad de la noche.

Apagó el cigarrillo en el cenicero.

—¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo? —preguntó Eduardo con tono ligero, ignorando la expresión de sorpresa de Celia.

—¿Cómo que estás aquí? —Celia era consciente de que había formulado una pregunta muy obvia.

—Esta es mi casa —Eduardo respondió en voz baja mientras se arremangaba.

Celia se puso pálida, parecía que debería sopesar las cosas dichas por Paula.

—Me voy —susurró Celia y se dirigió en dirección a la puerta.

Pero todavía se encontraba un poco mareada y tropezó en el camino.

Cuando parecía que iba a caer al suelo, Eduardo se acercó y la sostuvo.

—No te vayas, me voy yo —Eduardo sabía que Celia no quería estar con él.

Celia se estabilizó y retrocedió unos pasos para mantener a una distancia segura.

—Te pido disculpas por la manera que utilizó Paula para dejarte aquí —Eduardo se dirigió a la puerta, pero tardó en abrirla.

—¿No lo consentiste? —Celia miró a Eduardo con una pizca de ira.

—Ya estabas dormida cuando me enteré —Eduardo se aturdió, no se apresuró a explicar.

Celia bajó la mirada al notar que Eduardo no parecía estar mintiendo.

—La vida sigue, no podemos influenciar más mutuamente.

Celia se miró las puntas de los pies, fue entonces cuando se dio cuenta de que no llevaba zapatos.

—Lo siento... —Eduardo no se atrevió a interpretar sobre los pensamientos de Celia y sólo pudo expresar sus emociones.

—Soy yo quien debe decir que lo siento — «Yo fui la que te causé daño al irme en primer lugar y yo fui la que te apuñalé con una navaja.copy right hot novel pub