Celia le había confesado a Eduardo que rompieron en aquel entonces debido a su abuelo, Abraham Sans, pero no le había dicho que era su madre quien fue primero a reclamar dinero a Abraham.

«Eduardo nunca supo que tenía una madre así, ¿lo descubriría después de cinco años de ruptura...?»

Celia seguía agobiada y confundida cuando por fin contestó al teléfono.

—Eduardo, ¿está mi madre en tu casa? —preguntó Celia armando de valor.

—Sí —Eduardo hizo una pausa y respondió en voz baja.

—¡No le des dinero, no le des nada! —Celia sintió una tensión.

—Ya se lo he dado —dijo Eduardo después de un momento de silencio.

Celia sintió una gran decepción y apretó el móvil con fuerza.

—¿Cuánto te pidió? Te escribiré un pagaré... —dijo Celia avergonzada.

—Esa es mi compensación para ti, no tienes que devolverlo.

—¡No tiene nada que ver! ¡El daño que me causaste no se puede medir con dinero! —Celia se resistió a la recompensa de Eduardo.

—¿Qué tengo que hacer para que me perdones...? —La voz de Eduardo sonaba un poco desolada.

—No lo conseguirás —El corazón de Celia sintió dolor al notar el tono de Eduardo.

—Calle Bosque 29, tu madre sigue aquí —Eduardo volvió a suspirar y su tono se calmó.

—Gracias —Celia paró un taxi y colgó el teléfono.

Durante el trayecto, Celia estuvo pensando sobre cómo iba a pedirle a su madre que devolviera el dinero a la familia Sans, no le podía permitir seguir gorroneando el dinero de esa manera.

Cuando llegó a su destino, Celia quiso pagar al conductor con el móvil, pero éste le recalcó que sólo aceptaba dinero en efectivo.copy right hot novel pub