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⭐Amor sin anestesia

Capítulo 15 Abismo de amor

“El sexo sin amor sólo alivia el abismo que existe entre dos seres humanos de forma momentánea”

Eric Fromm

Karem duerme plácidamente, por segunda vez, en mucho tiempo, no se sentía tan dichosa. El hecho de pensar en lo que siente por Diego y que esto, sea recíproco, le inyectan no sólo serotonina y oxitocina, sino ganas de vivir y dejarse arrastrar a aquel abismo.

Cualquiera pensaría que se tienen precauciones, siempre en un segundo intento de amor. Mas, es el miedo, lo que impulsa a todo aquel que cree que puede controlar sus sentimientos, una vez que ha abierto las compuertas de un estanque o de una represa. Nada logra contener tantas emociones, aunque se crea muy seguro de sí mismo, y crea que tiene el control.

Antes de sonar el despertador, ya se había levantado, aún sentía el gozo dentro de sí. Se dispuso a meterse en la ducha y permaneció allí por unos minutos, acariciando su piel con la esponja, sintiendo el agua tibia entre sus piernas, jugaba com la espuma, haciendo pompas de jabón. Era como si la infancia, la visitara y está vez, no hubiese nostalgia, sino alegrías, alegría de vivir, alegría de sentir, alegría de ver el amanecer antes que el sol mismo saliese.

Luego de estar allí, oyó el despertador. Salió de la bañera, tomó la toalla, secó sus brazos, sus piernas, su espalda; camino hasta su cuarto, abrió el guardarropas, tomó un vestido rosado, que no usaba hace algún tiempo. Todo fluía con calma, con tranquilidad. Cero estrés, cero angustias, cero ansiedad. Por un momento pensó, en lo maravilloso que es el amor, entendió el porqué todo en la naturaleza es dual: día-noche, frío-calor, blanco-negro, luz-sombra, cielo‐infierno. Todo está hecho para unir dos fuerzas, dos seres, dos vidas, dos historias.

Se vistió, colocó tacones altos, se maquilló con detenimiento, se miró al espejo y resplandeció en sus labios una sonrisa. Tomó una de sus carteras, colocó allí las llaves del auto, su identificación, su carnet de la empresa y su celular. Volvió a sacarlo y se tomó un selfie. Entró a su facebook y colocó en su estado.

“Feliz y contagiosamente enamorada”, agregó su foto. Y guardó el celular en su cartera. Tomó el frasco de perfume y rocío sus muñecas, su cuello y su escote pronunciado.

Salió al corredor, bajo las escaleras, abrió la puerta del edificio. Caminó hasta su auto, metió las llaves, encendió el motor con tanta tranquilidad que, uno de sus vecinos, no pudo evitar, contemplarla hasta que salió del estacionamiento. ¿Era ella?, pensó. Algo había cambiado. La Karem de siempre, va en jeans, con un vaso de café en la mano, camina apresurada, pocas veces, no mira hacia ningún lugar, se sube en su auto como que la vida estuviese por terminarse. Y hoy, lucía hermosa, calmada y sonriente.

Llegó a la oficina, saludó a Carmen y fue hasta su oficina. Colocó allí todas sus cosas, caminó hasta la sala principal, tomó una taza con café y fue hasta la oficina de Luis, su jefe.copy right hot novel pub

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