“El amor nunca tiene razones, y la falta del amor tampoco. Todo son milagros”.

Eugene O’ Neill

Al salir de su jornada, Karem revisa si habrá algún mensaje de Virginia. Piensa en llamar a Camila. Busca en sus contactos. No atiende. Tal vez esté ocupada. Le envía un mensaje:

–Hola Cami, quería saber ¿cómo sigue Virginia?

Guarda el teléfono en su bolso. Sale de su oficina. Camina rumbo al estacionamiento. Sube a su carro. Cuando va rumbo a su casa. Siente una rara sensación. Retorna en la avenida y se dirige a casa de su amiga.

Llega al edificio. Baja de su auto. Llama por el comunicador. Nadie contesta. En ese instante llega uno de los vecinos de Virginia, Carlos. La saluda:

–¿Hola, cómo estás? ¿Vienes a ver a Virginia?

–Hola, Carlos. Sí, vengo a eso pero no me responde por el interlocutor. ¿Puedo pasar?

–Claro pasa. Aunque llevo un par de días sin verla.

Karem se adelanta y sube rápidamente los escalones. Toca el timbre una y otra vez. No abre. ¿Qué podrá estar pasando? Revisa su teléfono. No tiene respuesta. La llama nuevamente. Pega su oído contra la puerta para ver si su teléfono suena. No, no oye absolutamente nada.

Se sienta en uno de los escalones a esperar si su amiga llega o si alguien la ha visto.

Escucha unos pasos. Es uno de sus vecinos quien sube. Es chico de unos 20 años, con apariencia algo sombría. Ella se incorpora, sacude su pantalón.

–Hola... disculpa, ¿vives en este piso?

–Sí, ¿qué buscas?–responde en un tono algo brusco.

–Soy colega de Virginia, me llamo Karem– dice extendiendo la mano.copy right hot novel pub