“Pasa el amor, aparece la musa y se despeja mi sombría inteligencia; otra vez libre, busco la unión entre los mágicos sonidos, los sentidos y los pensamientos”
Aleksandr Pushkin
En el taller, entre trementina y óleos, Diego intenta terminar el cuadro que le han encargado, sin que de su mente, salga la imagen y las palabras de Karem. "Es una mujer sumamente atractiva", piensa mientras contempla las fotos que ha tomado de la página de Facebook y ha creado una carpeta, la cual identifica como "Musa".
Todo artista siempre tiene su musa. En la mitología griega se nombran nueve musas: Cálmate, Clío, Eaton, Euterpe, Melpómene, Polonia, Talía, Terpsícore y Urania. Cada una de ellas, representa un arte. De allí, que la palabra “museo”, etimológicamente se refiere “el lugar donde habitan las musas”. Las musas o ninfas fueron creadas por Zeus y Mnemósine; ellas, bajaban desde el Olimpo hasta la tierra, para susurrar ideas e inspirar a los mortales, cuando eran invocadas por algún artista.
Para Diego, Karem es su musa; como Gala para Dalí, Adele para Klimt; Jeanne Heébuterne para Amedeo Modigluani, Jane Avril para Toulouse-Lautrec, Jackeline para Picasso, su segunda esposa y a quien le hizo más de 400 retratos o Bella para Chagall.
Karem mueve en Diego, sus pasiones más volátiles, profundas y escondidas inspirándolo a crear sus obras.
Desde que Diego vió la sugerencia de Firebook de aquella impresionante y sencilla mujer, comenzó a revisar día a día sus post. Cada foto suya, la guardaba o le hacia screenshot y en su galería ya conservaba más de 30 fotos de ella.
Siempre las miraba y contemplaba. Incluso esa tarde que decidió enviar la solicitud de amistad de Karem, fue a la tienda e imprimió aquellas imágenes de su musa.
Para un hombre de cuarenta años, solitario, de pocas amistades y con un prontuario de ex, bastante extenso; conocer a través de las redes a una mujer tan maravillosa, le parece subreal considerando que en las medias, cualquiera puede crear una identidad falsa y parecer ser, sin ser.
Toma la cajetilla de la mesa, saca un cigarrillo, lo enciende y se abstrae entre la brisa de la tarde y la imagen de Karem.
Karem está sentada en la arena, mientras su amiga se deja bañar por las olas, acostada en la orilla del mar.
–Vas a volver un nido de algas, esa cabeza tuya–comenta a su amiga.
Virginia se incorpora, y va corriendo a dónde está su compañera.
–No creas que me olvidé que tienes algo que contarme.
Se arrodilla frente a ella, y acomoda su cabeza en las piernas de su amiga.
–¿Contarte, yo? ¿Dé qué hablas?–dice en tono sorprendido Karem.
–No se vale vieja, tú me trajiste hasta acá para contarme sobre el pintor.
–Ah ok, lo había olvidado. Bueno, ayer hablamos. Me envió una foto suya. Es un hombre muy pero muy atractivo. Se llama Diego–suspira al culminar aquel comentario.
–Vieja, estás flechadísima con ese tipo.
–No quería envolverme en otra relación, para mí fue duro lo que ocurrió con Miguel. Tres años de ir y venir, de tratar e intentar y al final regresó con la madre de sus hijos.
–No hablemos de Micke. Es pasado y no debes sufrir ya por eso. Tú mereces alguien especial como tú. Con un gran corazón y sin máscaras–responde Virginia, dando a esa mensaje un tono de ternura y afecto.
–¿Sabes qué? Me dio hambre y ¿a ti?–dice Karem intentando salir del paquete.
–Sí, también tengo mucha hambre.
Se levanta rápidamente, sacude su cabello y espalda. La tierra cae sobre Karem; quien se levanta molesta, Virginia echa a correr al ver las intenciones de su amiga de meterla al agua.
Llegan al auto. Virginia se coloca la falda. Karem se coloca el short de jeans.
–¿Regresamos o seguimos? Adelante debe haber un puesto de gasolina y algún lugar donde comer.
–Seguimos. ¿Alguien te espera? A mí, no–responde Virginia, guiñando un ojo.
–Menos.
Echa a andar el auto. A unos 2 km, ven un puesto de gasolina y un restaurante. Se detiene en el puesto, llena el tanque y se estaciona. Entran y se sientan en una de las mesas que da vista hacia afuera.copy right hot novel pub