“No hay nada que avive tanto el amor, como el temor de perder al ser amado”
Francisco de Quevedo
Diego toca la puerta de aquella oficina, una voz desde dentro contesta:
–¡Adelante!.
Abre y entra. Cuando mira frente al escritorio, está sentada una mujer.
–Pase y siéntese. Parece sorprendido, Sr. Martínez–Añade:
–¿Nunca ha visto a una mujer, gerente? Soy Eliza. ¿Usted debe ser Diego?
Él un poco apenado, responde:
–Disculpe. No se trata de que sea mujer. Sin ofender su jerarquía. Nunca había visto una mujer gerente, tan hermosa.
La mujer arquea una de sus cejas y sonríe.
–Estamos en la misma situación. Yo nunca vi a un hombre tan bien presentado, que siendo pintor, pueda ser tan galante.
Diego hala la silla, la levanta y se sienta.
–Hablemos entonces de su trabajo artístico. Me dice que tiene más de 50 obras para presentar. Dígame cuál es el concepto que quiere mostrarnos.
–Es una obra que he titulado "Musa virtual"
–Interesante título. ¡Me gusta!. ¿Y qué nos muestra de novedoso en su trabajo además del título?
–Es una serie de 50 piezas, donde se representan las diversas facetas y oficios de la mujer, incluyendo su proyección en las redes.
–¿Me muestra algo de ese proyecto?
Diego saca un catálogo con unas imágenes seleccionadas y le entrega a la mujer.
Eliza observa detenidamente cada una de las imágenes, asintiendo con cada una de las propuestas.
–Realmente me fascina, su trabajo. Me gusta la percepción feminista de su obra. Considerando que es usted un caballero.
Diego sube una de sus cejas, con un gesto de seguridad y de haber causado expectación en aquella inteligente mujer, mientras se mueve en la silla rotatoria de un lado a otro.
Ella, abre una de las gavetas de su escritorio, saca una carpeta, y entrega a Diego para que reciba el contrato.
–Puede leerlo con calma y cuando quiera en esta semana me lo hace llegar. Tengo varias propuestas que revisar; no puede pasar del viernes la escogencia del artista que se presentará el próximo mes. Recuerde que con esto de la recién pandemia y las normas de protección y seguridad, debemos tomar algunas medidas de prevención.
–Entiendo. Si me permite y me obsequia un café, en menos de 10 minutos, le firmó este contrato.
–¡Perfecto!–responde Eliza, mientras levanta el teléfono y activa el alta voz:
–Súbeme un café a mi oficina para el Sr. Martínez y un té, para mí, por favor.
Diego comienza a leer el contrato y revisa cada una de las cláusulas con detenimiento.
Tocan la puerta. La asistente abre, entra con la bandeja, coloca el café frente a Diego. Sirve el té para Eliza
–¿Cuántas de azúcar?– pregunta la asistente.
–No gracias, no tomó azúcar.
La joven se retira. Él sigue leyendo. Eliza, se dirige a Diego:
–Puede permanecer aquí. Yo regreso en 15 minutos. Tengo que revisar algunos trabajos que están en salón principal y que deben ser retirados.
–Gracias, cuando regreses ya te lo tendré listo.
Ella sonríe y sale. Él la sigue con la mirada, hasta que ella cierra la puerta.
–¡Wow!–exclama en voz alta. Suspira y continúa leyendo.copy right hot novel pub