Daphne de 13 años:
El olor a cigarrillos y alcohol mezclados con el pútrido aroma a humedad llenaron sus fosas nasales, aún así el sentimiento de asco no la alcanzó. Ya estaba acostumbrada después de todo.
—Maldita cerda asquerosa, ¡Te dije que eran los cigarrillos simples!—gritaba su madre mientras abofeteaba el rostro de Daphne con fuerza.
Había cometido un error estúpido, confundió el tipo de cigarrillos que acostumbraba a fumar su madre con los de su padrastro.
—Lo lamento mamá, no volverá a pasar te lo prometo—susurró la niña de trece años cuya mejilla comenzaba a tornarse de color rojizo mientras intentaba ocultar el dolor asomando por sus ojos.
—¿Lo lamentas? Y a mí de que mierda me sirve tu disculpa, tiraste mi maldito dinero por nada—contestó con furia su madre cuyo rostro parecía un espejo del propio de Daphne, solo que ajado con el correr de los años y excesos de abusos.
El resonar de unos pesados pasos se escuchó acercándose al lugar, no necesitó darse la vuelta para saber quién estaba a su lado, acechando igual que una bestia.
—¡Que mierda está ocurriendo, no puedo dormir con tantos gritos!—gruño Mickol, agregando más olor a alcohol al ambiente.
El cuerpo de Daphne se tensó en respuesta, miedo genuino apoderándose de cada parte de su cuerpo.
Mickol, el gorila apestoso, violento, alcohólico y de mal carácter, se acercó unos pasos más a ellas con la mirada depredadora fija en ella.
—La idiota de Daphne me trajo una mierda de lo que le pedí—contestó su madre, odio y asco apoderándose de su voz.
—¡Qué demonios hiciste maldita perra!—gritó Mickol mientras estiraba su peludo brazo para sujetar su cabello con fuerza
Daphne comenzó a llorar al tiempo que sacudía su menudo cuerpo con todas sus fuerzas en un intento desesperado por soltarse de su agarre. Pero Mickol la tenía fuertemente apresada, ella sabía que no tenía ninguna oportunidad para escaparse a menos que el decidiera soltarla o su madre interviniera.
Ella levantó su oscura mirada pintada de terror en dirección a su madre, una súplica silenciosa en busca de ayuda. Pero el rostro de su madre seguía colapsado de odio.
Una excusa, Daphne se dió cuenta que cada una de sus actitudes eran la excusa perfecta que ellos necesitaban para liberarse, para cortar las cadenas que apresaban a las bestias que habitaban sus pieles.
—¡Me lastimas!—dijo Daphne con la voz rota y la visión casi nublada por las lágrimas.
—¡¿Te duele? Entonces la próxima vez lo pensarás mejor maldita cerda asquerosa!—escupió su padrastro mientras lanzaba el cuerpo extremadamente delgado de Daphne contra el suelo.
Un agudo dolor punzante a la altura de su ojo izquierdo acompañó el fuerte impacto, pero Daphne sabía que ahí no terminaba la secuencia de terror.
Como pudo y haciendo uso de todas sus fuerzas, ella logró darse la vuelta, quedando de frente a Mickol.
Quizás fuera el hecho de que ella estaba en el suelo y el de pie, pero parecía mucho más imponente, más aterrador incluso.
Desde que Daphne tenía uso de razón, había logrado desarrollar una peculiar habilidad para leer a las personas, sus sentimientos e intenciones. Por eso solo necesito un vistazo al rostro de Mickol para saber que iba a ocurrir.
Violencia, pura y genuina violencia acumulada, preparada para ser liberada, ansiosa de tomar el control.copy right hot novel pub