Sin emitir una sola palabra, tanto Margarita como Dorian, se deslizaron dentro del Chevrolet Impala y comenzaron su silencioso viaje de regreso.
Dorian se arrepentía en su totalidad, de haber dado su dirección, después de todo podrían enviar a cualquier persona a su casa. El no confiaba con plenitud en aquella extraña agencia, pero si en Margarita, y quizás ella era el verdadero motivo por el cual no paraba las calles a toda velocidad conduciendo como un maniático, loco por llegar a su casa para encontrarla desvalijada.
El auto devoró las calles demasiado rápido, antes de darse cuenta, Dorian se encontraba fuera de la humilde casa donde vivía Margarita.
Un pequeño dolor punzante se instaló en medio de su pecho, ella se quedaría en su casa como cada noche, pero esta vez él no estaría solo. Daphne lo acompañaría, una mujer sin rostro ni forma, sin descripción alguna, dormiría bajo su mismo techo como parte del contrato.
—No tengas miedo joven Dorian, recuerda ser amable con ella — dijo Margarita sujetando su brazo, el cual reposaba tranquilo sobre la caja de cambios.
Él siguió el recorrido de su brazo hasta llegar a su rostro, si había algo que deseaba con todo su corazón, más allá del amor de Elena, era poder llamar a esa mujer madre.
La suya propia lo había repudiado toda su vida, su relación se cortó cuando él comenzó a estudiar en la universidad la licenciatura en tecnología y robótica. Ella no apareció en su vida cuando fue nombrado el multimillonario más joven del momento, quizás eso terminó de romper algún tipo de esperanza que aún mantenía hacia ella.
Dorian giró despacio y de forma casi imperceptible su mano, ahora la dejó descansar sobre la propia de Margarita.
—No te preocupes por mí seré amable con ella, solo pido que la chica no ronque. Odiaría no lograr conciliar el sueño por ello — contestó Dorian intentando dibujar una sonrisa convincente en su rostro.
Él lo consiguió, se dió cuenta de esto cuando los ojos color caramelo de Margarita se suavizaron al igual que las arrugas alrededor de sus labios.
—Descansa Dorian— susurró la mujer bajando del auto e inclinando levemente la cabeza hacia adelante a modo de despedida.
—Descansa Margarita— contestó él mientras la veía alejarse, esperó unos instantes hasta que ella entró a su casa, antes de hacer rugir el motor del auto y salir disparado por las calles.
La tarde comenzaba a morir, los últimos rayos de sol besaban la tierra a modo de despedida, y las primeras estrellas se pintaban en el cielo como pequeños diamantes.
Para el momento en que Dorian Fleyman estacionó el auto en su sección de estacionamiento, el viento ya había cambiado a uno más frío, besado por la noche, incluso los rayos de sol habían desaparecido.
Sin tiempo que perder se apresuró a entrar dentro del estrecho elevador y marcó el último nivel del edificio, su penthouse.
Los niveles pasaron y el nerviosismo aumentó en Dorian, un ramo de nudos se apretó más fuerte en su estómago dificultando el respirar. Pronto recibiría a una mujer extraña en su casa y pasarían la noche durmiendo bajo el mismo techo, la última vez que algo así había ocurrido fue con Elena.
El pensamiento de ella en su casa, en su cama, un recuerdo que no podría repetir jamás, le dolió más de lo que había imaginado.
Las puertas dobles corredizas del ascensor se abrieron revelando un amplio espacio, iluminado de forma suave, casi sensual por lámparas a los lados de una enorme puerta de color marfil.
Dorian se acercó, inserto la pequeña llave de cobre y haciéndola girar una vez, expuso ante sus ojos un hermoso living, cuyos sillones del mismo color que la puerta contrastaban a la perfección con los muebles de madera oscura.copy right hot novel pub