El festivo tumulto de gente parecía reír y celebrar bajo las carpas color hueso, dispersadas entre los hermosos árboles de verdes copas.
Las personas a su alrededor sonreían y la felicitaban a cada paso que daba, ahogandola en palabras empalagosas y halagadoras.
A cada palabra o gesto, Elena respondía con una sonrisa forzada y palabras igual de falsas que las que le decían.
Todo aquello le parecía un circo, un cruel y mediocre vistazo a la vida que le esperaba, plagada de falsas amistades, convenientes arreglos susurrados en la privacidad y mentiras asfixiantes. Un mundo al que irremediablemente iba a pertenecer.
Jackob estaba alejado de ella, bajo una carpa rodeado por un grupo de hombres exitosos, poderosos y peligrosos.
Por su parte, ella caminaba entre hombres y mujeres, intercambiando burdas palabras para aligerar el correr del reloj.
Sin embargo, el tiempo parecía estar estancado, al igual que la sonrisa adornada por piercing y mirada grisácea risueña que parecía reacia a abandonar sus pensamientos.
Luca.
Lo había conocido por menos de una semana, y aún así, preferiría estar en su compañía que en aquel lugar repleto de viles vampiros sin alma.
La mujer de cabello color oro caminó unos pasos y con discreción se apartó de la multitud, deslizó una mano bajo los pliegues del costoso vestido color rosa pastel, y extrajo el celular cuya pantalla permanecía estallada en varios fragmentos.
El día anterior su padre había descubierto los mensajes enviados a Luca, de forma implícita la había forzado a terminar aquella relación.
Durante varias horas había decidido que aquello era lo correcto, sin embargo, no había sido capaz de apartar de ella a la única persona real.
«¿Quieres hacer algo esta tarde?» decía el mensaje del hermoso hombre misterioso.
Ella habría dado lo que fuera por decirle que sí, incluso pensó varias veces a lo largo de aquel día, en escapar con Luca e irse lo más lejos de su padre que les fuera posible.
Pero aquello no era una película romántica vieja, y por encima de todo, ella no era la buena de la historia.
«Hoy no puedo, pero si quieres podemos hacer algo mañana» escribió rápido ella y apretó el botón de enviar, con el corazón galopando en medio de su pecho.
—¿Qué estás haciendo?—dijo la voz de Jackob a sus espaldas.
Aquello hizo sobresaltar a la hermosa mujer, quien se giró apresurada siguiendo el sonido de su voz.
Su prometido estaba de pie a unos pasos de ella, su ceño estaba medio fruncido y su mirada era el reflejo de la duda.
—Nada, me quise alejar de todos durante un instante, sentía que me ahogaba—respondió ella forzando una sonrisa y ocultando con sutileza el celular dentro de la manga del vestido.
Aquello no pasó desapercibido para el hombre, quien se aproximó a ella, su rostro muy diferente del hombre que ella conocía tan bien.
—Vinieron por nosotros, es descortés irte y dejarlos solos—contestó él acercándose cada vez más a ella, su voz monótona.
—Bueno, no estaban solos, tú estabas con ellos hasta que me seguiste como un acosador—se defendió ella, torciendo las palabras a su favor mientras comenzaba a caminar.
Sin embargo, cuando se dispuso a pasar a su lado, Luca la sujetó por la muñeca con fuerza y la obligó a girarse hacia él.
Durante unos segundos la observó con detenimiento, sus expresiones carentes de emoción o sentimiento.
—Estas muy linda—dijo él sin emoción alguna, sujetando aún su muñeca con fuerza; cuando ella comenzó a abrir la boca para responder, él volvió a hablar—No dejes tu celular bajo las mangas o podrías lastimarte.
Al decir esto último, él la liberó, y dando media vuelta se alejó de ella. La mente de Elena se nublo de pensamientos sin lograr definir uno en particular, su mente dando vueltas y solo logrando encontrar una respuesta lógica ante el comportamiento de su prometido.
Su padre.
Con el cuerpo tembloroso, ella se alejó de la calma y tranquilidad, para zambullirse nuevamente en el mar de personas.
No tenía el valor suficiente para enfrentarse a su padre exigiendo respuestas, o incluso a Jackob, no sin quedar expuesta ante los ojos de todas las personas que la rodeaban.
Ella comenzó a observar los rostros de todos los presentes, reconociendo los mórbidos secretos que escondían tras la fachada de su clase social distinguida, los abominables actos que habían realizado y cómo lograron esconderlos tras un noble apellido.
Todos menos él.
Como un Dios alzándose ante todos los simples mortales, se acercaba a ella Dorian, tan hermoso y elegante como siempre, caminando con sofisticada tranquilidad.
Gobernado por una ética moral impecable, el hombre se acercó hasta ella, tomando del brazo a una mujer tan hermosa como él, vistiendo un ceñido vestido negro el cual lograba engrandecer su belleza, si aquello era posible.Daphne. Ese era el nombre de ella.
Elena no podía negar que ambos hacían una pareja increíblemente hermosa, parecían hechos el uno para el otro y unidos por un designio divino. Verlos deslizarse entre el mar de personas era un espectáculo maravilloso, casi divino.
Sin embargo,todo aquello sólo sirvió para aumentar el odio que la mujer de oro sentía por la de piel color luna.copy right hot novel pub