El beso fue gentil y delicada, igual que una mariposa posada sobre una flor. Daphne no lo rechazó, por el contrario, separó sus labios permitiéndole el acceso que parecía pedir con timidez. Sin embargo, aquello no tardó en convertirse en un frenesí de pasión, cuando la lengua de Dorian se deslizó en su interior reclamandola.
Él deslizó sus fuertes brazos alrededor de su cintura, tirando de ella más cerca suyo, necesitando casi unir sus almas, dejándola sentada a horcajadas suyas, sin despegar sus labios.
Como si él estuviera en un desierto y Daphne fuera una gota de agua, Dorian parecía anhelar más y más, aún así, algo dentro suyo lo detuvo en seco, obligandolo a apartarse de ella.
Colocando las manos alrededor del rostro de ella, la sostuvo en su lugar, disfrutando cada rasgo de sus facciones, preguntándose si debía darle espacio y lugar o seguir sus instintos casi animales.
—¿Que quieres Dorian?—preguntó ella, comenzando a acariciar su torso desnudo con la punta de sus uñas afiladas, solo lujuria y pasión parecían bailar en el brillo de sus ojos—¿Qué deseas?
«A tí» quiso gritarle en respuesta, sin embargo notó el coqueteo en su tono, y no se atrevió a decir la verdad. Ella no lo quería a él de la misma forma que él la deseaba a ella.
—Una distracción, un escape—mintió él en respuesta.
Los ojos color noche de Daphne fueron atravesados por un destello veloz de tristeza, el cual le hizo preguntarse si la reina de las mentiras no había sido capaz de notar la suya.
Sin embargo, y antes de que él pudiera volver a abrir la boca para retractarse, ella se inclinó hacia adelante y respondió.
—Entonces, permíteme el honor de ser tu distracción Dorian Fleyman—ronroneó ella, mientras reclamaba su boca.
Sus labios y lengua parecían danzar sobre los de él de forma autoritaria y posesiva, sin embargo, el millonario parecía mantener una correa atada sobre el mismo, sin atreverse a guiar sus manos más allá de los suaves muslos de ella.
Por el contrario, Daphne parecía invitarlo a ir más allá, sentada a horcajadas suyas, deslizaba sus manos cada vez más cerca de la uve perdida entre las sábanas, al mismo tiempo que intentaba hacerlo recostar por completo.
Aún así, él parecía reacio a ceder, una parte suya diciéndole que aquello estaba mal, después de todo él no quería tener solo sexo con Daphne.
Todo cambió cuando ella, maestra en el arte de la seducción, mordió con delicadeza los carnosos labios de Dorian.
Aquello fue el detonante que liberó la cadena que tenía puesta sobre sí mismo.
Con la respiración entrecortada, acunó la nuca de ella, y aferrando con fuerza su espalda baja, en un simple movimiento invirtió las posiciones, colocándola sobre el colchón.
Aquello lo dejó totalmente expuesto encima de ella, sin embargo, antes de poder contemplar su considerable longitud, Dorian volvió a reclamar sus labios, al tiempo que, con habilidad, le quitaba los pantalones a ella, dejándola solo con una remera holgada y la ropa interior de fino encaje.
De forma paciente y delicada, comenzó a trazar un mapa invisible de caricias con la yema de sus dedos.
Giró una vez alrededor de su ombligo y prosiguió su camino de forma perezosa; con malicia se detuvo junto al elástico de su ropa interior y comenzó a rozar un dedo sensual sobre este do forma tentativa.
Repitio el movimiento una, dos, tres veces, hasta que Daphne comprendió que él estaba jugando.
—Por favor—suplicó ella contra sus labios.
—Ahí están los modales que quería escuchar—se burló él, mientras deslizaba un dedo debajo de la tela.
Con delicadeza comenzó a hacerlo rotar sobre su centro, aquello arrancó un suave gemido de los labios de ella, quien comenzó a retorcerse debajo de él en un intento por guiarlo a donde ella lo quería. Lo necesitaba.
—Dorian—suplicó la hermosa mujer.
Sin embargo, y al no tener respuesta comenzó a extender su mano hacia él.
—Daphne—gimió él contra sus labios, cuando la suave y delicada mano de ella, tomó su considerable longitud, en el preciso instante que él deslizaba un dedo dentro suyo.
Aquello hizo tensar las caderas de ella, mientras él bombeaba un dedo dentro suyo, al mismo tiempo que deslizaba su lengua por el techo de su boca, demostrándole que haría si se ponía entre sus piernas.
Ese último pensamiento, de Dorian entre sus piernas, la llevó al clímax, el cual arrasó por todo su cuerpo como una tormenta de fuego.copy right hot novel pub