El sonido del despertador me arranca cruelmente de los brazos de Morfeo; me levanto refunfuñando sobre lo poco que siento que he dormido y me meto en la ducha aún con los ojos entrecerrados. Descubro que estoy más dormida que despierta, pues al abrir el grifo del agua caigo en cuenta de que aún estoy vestida, lo cual me hace maldecir y cerrar inmediatamente la llave para poder quitarme el pijama y la ropa interior, para ahora si ducharme en forma.
Después de haberme duchado, vestido y de haber tomado un poco de yogur le dejo un mensaje a mi madre reportándole la hora en que llegamos ayer y lo bien que nos fue en el camino; luego de eso me dirijo al trabajo.
Al llegar a la editorial como de costumbre me encuentro con los chicos en la cafetería para desayunar juntos y hablar sobre nuestro fin de semana. Adam nos comenta que él y Ruth son novios causando que la susodicha se sonroje y nos dé una sonrisa tímida cuando él entrelaza sus dedos por encima de la mesa, al parecer ellos dos llevaban un tiempo saliendo. Adicionalmente él nos cuenta que ha estado detrás de ella desde que llegó a la editorial, sólo que ella se lo había puesto difícil y nos hace reír a todos diciéndonos que ahora que le dio la oportunidad no se va a deshacer de él tan fácilmente. Todos los felicitamos por su nueva relación y luego cada uno empieza a dirigirse a su puesto de trabajo.
Cuando voy llegando a mi oficina escucho un taconeo rápido detrás de mí e inmediatamente supongo que ha de ser Cloe para averiguar sobre mi almuerzo en la casa de mis padres, pues le había comentado que iría con Dylan, por lo que al entrar dejo la puerta abierta. Ni siquiera he terminado de entrar completamente a la oficina cuando ya me está bombardeando con preguntas.
—Florecilla querida cuéntame, ¿qué tal te fue ayer?, ¿tu padre le hizo algo al bizcochito delicioso de Dylan? —Antes de que continúe con su vómito verbal la interrumpo levantando la mano para callarla.
—Claro Cloe yo estoy bien gracias por preguntar, ¿qué tal tú? —Le digo con sarcasmo reclamándole el no haberme saludado si quiera, a lo que ella me da una mirada de cachorro arrepentido para luego tirar de mi mano y llevarme hasta el sofá de la oficina.
—Ya, ya, lo siento; pero ambas sabemos que así como yo me muero por saber que pasó, tú te mueres por contarme, así que evitémonos formalismos y cuéntame nena ¿qué tal fue ayer? —Se acomoda con las piernas cruzadas al estilo indio como si fuera una adolescente; yo me resigno ante su actitud y dando un suspiro dramático le cuento sobre el almuerzo que afortunadamente no terminó tan mal como había imaginado.
Después de resolverle todas las dudas, ella me da dos nuevos libros infantiles para que trabaje en las ilustraciones y yo los recibo más que gustosa. Luego de que el huracán Cloe se marcha me quedo toda la mañana entretenida con la tarea de ilustrar los libros; estoy tan concentrada en mi trabajo que ella tiene que sacarme prácticamente a rastras de la oficina para que vayamos a almorzar.
El resto del día se me pasa volando y en el transcurso de este recibo varios mensajes de Dylan preguntando sobre mi día y animándome en mi trabajo con los nuevos libros, mientras que yo en secreto escucho su programa de por la tarde y me deleito con su gruesa y hermosa voz; cabe decir que ahora entiendo porque el programa le agrada tanto a mi padre, pues realmente es muy bueno.
La semana avanza sin contratiempos y para mitad de ella ya tengo listas las ilustraciones, por lo que me dedico de lleno a la corrección del libro del señor Zapata y avanzo bastante en el proyecto, y, aunque suene feo para mi tranquilidad el señor Zapata no se presenta nuevamente en la editorial, supongo que es porque aún sigue de viaje.
El concurso va en su mejor punto y aunque faltan dos semanas para el cierre definitivo, todavía llegan muchos proyectos de personas interesadas en participar lo cual nos hace muy felices a todos en la editorial, sobre todo a Cloe. Las cosas con Dylan van muy bien, tanto que hace unos días me invitó a acompañarlo al gimnasio para que sus compañeros por fin conocieran a la chica de las llamadas; debo decir que realmente me divertí con los comentarios que le hicieron las moles de hombres que se ejercitan con él y aunque él intentaba hacerse el ofendido, la mayor parte del tiempo los ignoraba por prestarme atención a mí y a mi curiosidad por las diferentes máquinas que iba conociendo; él se ofreció a ayudarme a probar algunas y salí completamente destruida por mi afán de conocer más y más los aparatejos esos. Sin embargo, al final fueron más los besos que nos dimos que el ejercicio que hicimos.
El jueves por la noche cuando llego a casa me encuentro con Miguel en el ascensor y como hace días no pasamos tiempo juntos lo invito a comer en mi departamento. La cena transcurre de forma fluida entre nuestra conversación y los chistes de Miguel; luego cuando estamos organizando los pocos platos que hemos utilizado él rompe el silencio.copy right hot novel pub