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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XXXIV

—¿Qué?

La expresión dolida de Eiden me destrozó mientras yo seguía intentando convencerme de que era lo mejor. Tenía que ser así.

—¿Por qué? —me preguntó—. ¿Aún confías en ellos? ¡Nicole, te han mentido en todo!

Eiden se estaba alterando por momentos.

—¿Viste a una niña, Nicole? ¿Hay otra cazadora con vosotros? —me preguntó con urgencia.

—Sí, hay dos...

—¿Y qué te dijo Axel? Seguro que te dijo que ninguna cazadora había nacido antes que tú, ¿no es cierto? ¿Cómo explicas esas dos chicas, Nicole? ¿¡Cómo?!

—N-No lo sé. ¿Cómo sabes tú eso? ¿Qué me ocultas tú?

—Yo no te oculto nada, pero hay partes de la profecía que sólo saben unos pocos —me miró fijamente—. Pregúntaselo, Nicole. Pregúntale a Axel sobre eso. No te lo ha contado todo, encanto.

Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo al escuchar la última palabra. Inspiré profundamente y traté de relajarme, pero mi corazón latía muy deprisa.

—Todo esto no es por Axel, Eiden. Tengo que terminar mi formación.

—¿Por qué? ¿Para convertirte en uno de ellos? —escupió aquellas palabras.

—Para ser lo que debo ser —alcé la cabeza—. Soy una cazadora, Eiden. Cuando haya terminado mi formación, decidiré mi futuro.

—No puedo perderte otra vez... —levantó su mano hasta acariciar mi mejilla—. No puedo...

—No vas a perderme —le aseguré mientras cerraba los ojos para disfrutar de sus caricias.

En un rápido movimiento, Eiden se puso de pie e hizo que yo lo imitara para después colocarnos tras una columna donde nadie podía vernos. Me puso de espaldas a ellas y se acercó a mí hasta que su nariz casi rozaba la mía. Mi corazón latía frenético en mi pecho y mis ojos no podían separarse de los suyos. Las cuatro pequeñas estrellas comenzaron a quemarme, deseosas de que su creador las tocase, de que él acariciase la marca que había dejado en mi cuerpo.

—Eres mía, Nicolette. Siempre lo fuiste y siempre lo serás —me susurró con voz ronca mientras acariciaba mi cintura por encima de la tela de la camiseta—. Tu corazón solo late así por mí. Ningún otro hombre podrá hacerte sentir viva, hacerte arder. Sólo yo. Sólo tu lobo, tu alfa. Dime, Nicole, ¿has sentido esto con Axel?

Mi respiración era agitada e irregular y la cercanía de Eiden no ayudaba en absoluto. Se pegó más a mí y sus manos subieron de mi cintura hasta mis hombros para después acariciar esas pequeñas estrellas hechas por él. Sin poder evitarlo, me estremecí de placer y de mis labios escapó un corto gemido que traté de ocultar.

Satisfecho con mi reacción, Eiden siguió con las caricias, apretándome más contra él. Después sus labios sustituyeron a sus dedos, mandándome descargas de placer a todas las partes del cuerpo. La zona del hombro me ardía, como si ansiara más que un simple roce, más que una pequeña caricia.

—Nadie más puede hacerte sentir como lo hago yo —me aseguró él.copy right hot novel pub

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